Del Blog de Carlos Andreu, os traígo esta entrada que nos puede servir para vivirla esta Navidad.
No son pocas las veces que en mi trabajo de consultoría me llaman de empresas familiares para que les ayude a mejorar alguna de sus áreas (estratégicas, comerciales, de personas…). Y no son pocas las veces que me encuentro, detrás de permanentes diferencias de criterio, heridas familiares enquistadas y no perdonadas.
Cuentan que durante años un par de hermanos vivieron juntos y en armonía. Vivían en granjas contiguas. Un día discutieron. Fue su primer conflicto serio en cuarenta años cultivando juntos la tierra, hombro con hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes. La cosa comenzó con un pequeño malentendido pero fue creciendo y creciendo hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.
Un día alguien llamó a la puerta del hermano pequeño. Abrió y tras ella se encontró a un hombre con unas herramientas. Era un carpintero.
– Buenas, estoy buscando trabajo para unos pocos días ¿no tendrá algo que arreglar por ahí y le podría ayudar?
– Oh, sí mire. ¿Ve aquel arroyo que corre por ahí abajo? Pues antes no iba por ahí y estas dos granjas estaban unidas por todo este enorme prado. El que vive en aquella granja de abajo es mi hermano, discutimos y para separarnos desvió el cauce del río. Ahora, a mí me gustaría que levantara usted una cerca de madera de dos metros de alto a lo largo de todo el perímetro de mi finca, para que no pueda ni verme.
– Tengo claro lo que necesita – respondió el carpintero.
El hermano pequeño dejó al carpintero serrando algunas maderas y salió de viaje a la ciudad durante cuatro días. A su regreso quedó boquiabierto. El carpintero en vez de construir la valla que le había pedido, había construido un precioso puente de madera con pasamanos y todo. En ese momento, su vecino, su hermano mayor, llegó corriendo desde su granja cruzando el puente a abrazarle:
– Eres una gran persona, ¡mira que construir este puente después de todo lo que te he dicho y he hecho! Te pido disculpas por todos estos años de odio y rencor.
Estaban reconciliándose cuando el carpintero tomaba sus herramientas para irse.
– No, espera, tengo muchos proyectos para ti- dijo el hermano menor.
– Lo siento, no puedo quedarme –respondió el carpintero-. Tengo muchos puentes por construir…
Y cosas parecidas ocurren en nuestros equipos, y en nuestras familias. Un compañero le dice a otro una palabra molesta y, al momento, este echa fuera toda la suciedad escondida en su interior. Y no somos conscientes de lo mucho que eso se puede enquistar e infectar.
Cuando hay una relación auténtica entre las personas no hay problema, dificultad o tensión que no tenga solución. Ir por la vida como facilitador, como carpintero constructor de puentes, es una misión muy gratificante para los demás, pero también para ti.
¿Cuántos puentes piensas construir esta Navidad?