Temazos para hablar antes de la boda

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Del blog #MakeLoveHappen de nuestra amiga Lucía M. Alcaide os dejo esta entrada para que no os despistéis mucho 😉:

Organizar una boda puede tener su punto de jaleillo. En medio del torbellino, no se puede perder de vista lo esencial, esos otros preparativos para el día B. Parte fundamental de esos preparativos es el punto 4 de este post:

Que vuestras conversaciones no giren el 100% de las veces alrededor del día B. Esta recta final es ilusionante para seguir compartiendo lo que habéis compartido hasta el momento de comprometeros y también —¡muy importante!— para hablar del futuro. Del más allá del día B. A eso sí que vale la pena dedicarle tardes y tardes de cañas

Tener grandes conversaciones. Y hay algunos temas que vale la pena —y que es altamente recomendable— hablar con cierta profundidad antes del «sí, quiero».

En este post destaco algunos, pero en la web Más Claro tenéis más de 300 preguntas con ideas (os dejo los links al final de la entrada).

A nosotros nos vino muy bien que en el cursillo prematrimonial nos pasaran una hoja con algunas preguntas y nos dejaran un tiempo para pensarlas y hablarlas con calma. De ahí nos llevamos una lista con algunos de los temas que nos dimos cuenta que no habíamos hablado aún, o que tal vez sí pero tampoco muy en serio, y la metimos en nuestro súper-excel organizador de bodas.

No se trata de abarcar hasta el último detalle de los diferentes temas antes de casaros. Como veréis, son inagotables. Hablar de hijos no es apuntarles ya al colegio que habéis pensado para ellos, y conversar sobre cómo os gustaría pasar las vacaciones no implica definir el plan al milímetro de la primera Navidad y el primer verano en familia.

Es más: esta lista de temas sirve perfectamente para tener grandes conversaciones también durante el matrimonio. Los mismos asuntos, con una perspectiva diferente, ya casados. Son temas sobre los que hay que seguir hablando una vez casados. El amor se construye, así que es un aprendizaje de fondo

Si sois novios, que estas grandes conversaciones sirvan para poner unos buenos cimientos a la comunicación matrimonial y que luego las conversaciones ya casados partan de una base y ninguno pueda decir: «Nunca supe que eras así o que de esto pensabas de este modo. Tal vez puedas decir «Ya sabía que pensabas así pero quizá no me hacía cargo de que en el día a día íbamos a chocar tanto»; y eso es normal y se soluciona con amor del bueno. Pero lo que hay que evitar es pegarse el cacharrazo que llega si tus expectativas están alejadas escandalosamente de la realidad.

  • Sobre las expectativas: ¿cómo ha cambiado o cómo va a cambiar vuestra vida después del matrimonio? Esta pregunta viene de nuestros cursillos prematrimoniales. Parece muy general y abstracta, pero va bien para hacerse cargo de las expectativas que tiene cada cual respecto al matrimonio. No pasa nada si uno piensa que va a cambiar mucho y el otro piensa que nada, no os asustéis, preguntaos mutuamente por qué pensáis eso, buscad comprender la posición del otro… de ahí pueden salir muchos otros asuntos de los que hablar.
  • Sobre la fidelidad. ¿Ambos pensáis que es posible el amor para siempre? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué? ¿Esto es importante para vosotros? Aquí podéis hablar también de cómo os gustaría construir ese “para siempre” de manera concreta.
  • Sobre vuestros proyectos. Como os comentaba en Casarse: ideas para saber si es “la” persona, «para dar el salto a un amor del bueno, hay que ser capaces de levantar los ojos y comprobar si ambos estamos mirando en la misma dirección. Si no, en el momento en que dejes de encontrar el encanto y la chispa de los primeros meses en las pupilas del otro —por rutina, por cansancio, por hormonas revolucionadas—, puede que te des cuenta de que tú estás mirando al este, y la otra persona al nordeste. Puede parecer una pequeña desviación, pero vuestras miradas —y vuestros caminos— estarán abocados a separarse».
  • Sobre cómo organizar las cosas de la casa y la economía familiar. Una amiga me contó —de risas— que la pregunta clave que había que realizar antes de casarse era: «Y tú, ¿cada cuánto crees que hay que limpiar los baños?». Ella no lo hizo, y tras unos primeros meses de roces con el “tema limpieza”, se decidió a plantear la cuestión. La respuesta fue aterradora, claro. Cada hogar tiene que encontrar su propia organización personalísima, la que funcione mejor para esa familia. No se trata de hacer un reparto 50-50 de las tareas (estoy preparando un post sobre eso), sino de ir al fondo de la cuestión: qué habilidades tiene cada cual para aportar (hay quien es un cocinillas, hay quien domina la plancha…), qué tiempos le vais a poder dedicar a la casa, si pensáis tener ayuda o no, qué importancia tiene en vuestras vidas la limpieza y el orden… En la misma línea se encuentra cómo vais a manejar la economía familiar: más allá de que sepas que ella es muy ahorradora y a ti se te caen los euros de las manos —o viceversa—, puede venir bien hablar de la gestión de los dineros: si vais a usar una cuenta, si dos, si tres; qué gastos podéis permitiros al mes y qué ingresos tendréis; a qué llamáis cada uno “un gasto extra”… Sin duda, estos son aspectos que cuesta definir hasta que no estás en ello, pero creo que es fundamental hablarlo durante el noviazgo.
  • Sobre la distribución del tiempo. En este artículo de Arguments, comento que «Estar casados no significa estar juntos 24 horas al día, 7 días a la semana. Tampoco es tener un compañero de piso al que veo para desayunar y cenar, mientras el resto del día llevamos vidas paralelas. Hay que aprender a distribuirse el tiempo: si sois más “tipo-lapa” tendréis que ganar una sana independencia y saber tener un espacio para cada uno donde poder tomar cañas con amigos, practicar un deporte, tocar la viola… todas esas cosas que os enriquecen a cada uno personalmente y, por tanto, enriquecen vuestro matrimonio. Por el contrario, si sois más de “quiero estar soltera pero contigo” (es decir: quiero llevar una dieta sana comiendo en un fast-food todos los días) tendréis que profundizar en lo que supone la entrega del matrimonio, el mirar al otro, construir juntos… No es darle cuentas al otro de todo lo que haces, sino sencillamente tenerle en cuenta».
  • Sobre vuestra comunicación. Algunas preguntas interesantes respecto a esto que nos plantearon en nuestros cursillos: «¿Cuáles suelen ser nuestros temas habituales de conversación?», «¿Cuáles son los puntos fuertes de vuestra comunicación?», «¿Tienes reparos de hablar de alguien o de algo con tu pareja?». Y esta otra que me parece muy útil y que, si habláramos más de ello, nos ahorraríamos muchos piques: «Cuando estás enfadado/a, ¿cómo quieres que se comporte tu pareja? ¿Se lo has dicho?».
  • Sobre la familia de origen. Temazo inagotable donde los haya 🙂 . Hablad sobre qué peso tienen y qué peso van a tener cada una de ellas. Pensad un protocolo de actuación para posibles situaciones de conflicto: por ejemplo, uno de los mejores consejos que nos llevamos de los cursillos prematrimoniales fue que, en la comunicación con la familia política —sobre todo en caso de toma de decisiones o de conflicto— quien tiene que llevar “la negociación” es el cónyuge que sea el hijo; primero lo habláis entre los dos y se llega a un consenso, y luego el hijo traslada lo que queréis comunicar a sus padres. Válido para avisar de cuándo vais a ir de visita y cuándo no (sabiendo que siempre será demasiado poco para ellos), para momentos de ¨Cariño, creo que habría que decirle a tu padre que no fume puros en la misma habitación del bebé”, pero también para pedir favores («¿Podéis quedaros con el peque este finde?»). Hace dos meses comenté esta idea en una sesión. Una mujer vino después a decirme que había ido corriendo a llamar a su hermano para contarle este consejo; llevaba 20 años casado y este asunto no lo estaban llevando nada bien y era una continua fuente de conflictos.
  • Sobre el sexo. Tanto si habéis decidido esperar hasta casaros como si no, creo que es un tema básico para hablar. Os recomiendo 100% el libro “Un momento inolvidable. Vivir plenamente la afectividad, el amor y la sexualidad”. Puede ser muy útil que lo leáis los dos y luego comentéis. Especialmente interesante es el cuadro de la página 60 sobre «Dos perspectivas de un encuentro», en el que se plantean preguntas que tienen que ver, primero con los significados de la relación sexual, la importancia que tienen para ti y la importancia que tienen para el otro; y en segundo lugar, los posibles problemas en la relación sexual, y el grado de inquietud que te causan a ti y que crees que le causan al otro (las preguntas se responden por separado y luego se ponen en común, es interesante ver, por ejemplo, si el grado de importancia o de inquietud que pensabas que un aspecto le suscitaba a tu novio/a coincide con la puntuación que él/ella ha puesto, puede incitar a muy buenas conversaciones sobre este tema tan fundamental).
  • Sobre los hijos. La pregunta no es tanto «¿Cuántos hijos vais a tener?» (es difícil asegurarlo, a no ser que seáis adivinos), sino más al fondo: ¿qué lugar ocupa la familia en vuestras prioridades?, ¿consideráis a los hijos un regalo o un “check” que marcar en vuestra realización vital o una especie de “complemento”?, ¿qué educación os gustaría darles?, ¿qué opciones os plantearíais en caso de que no vinieran niños?  Relacionado con el tema de los hijos y la sexualidad: si optáis por la planificación familiar basada en el conocimiento de la fertilidad, lo recomendable es aprender estos métodos unos meses antes de casaros; existen diferentes centros y clínicas que ofrecen cursos. En Pamplona tenemos la suerte de contar con Cosplan, por ejemplo. Y, por si os sirve: hace unas semanas he conocido por Instagram a Eva Corujo y su proyecto “Let Yourselves”: sus cursos, personalizados, son en Madrid, pero también hay opción de realizarlos online.
  • Sobre vuestras creencias, valores, convicciones. Cada persona tiene unas convicciones con las que aspira a vivir su vida. Es importante que habléis de las vuestras y veáis cómo van a influir en vuestras vidas, en la educación de vuestros hijos, en vuestros planes familiares, y, en el caso de ser creyentes, qué lugar va a tener Dios en vuestro matrimonio —porque, aunque no lo hayas pensado antes, Dios puede decirte muchas cosas sobre el amor—.