Muchas veces pretendemos esperar a que las condiciones personales cambien para comprometernos más con el Señor. En realidad, son excusas para posponer y posponer y posponer.
Revista Misión nos propones este testimonio de un sacerdote que se fue a Siberia, no porque le apeteciera, sino porque Dios y su comunidad se lo pidieron. Y es feliz:
Hace cuatro años que el joven sacerdote Paolo Paganini dejó su Milán natal para asentarse en esas colinas heladas de Siberia y evitar que se hiele la fe de los católicos que viven en esta región de Rusia.
En Siberia el padre Paolo ha encontrado respuesta a dos preguntas que, según explica, son necesarias en su vida: “¿Qué quiere Dios de mí? y ¿Dónde quiere que esté?”. “Si tienes clara la respuesta a estas preguntas, todo se convierte en algo sencillo y haces cosas que nunca pensaste que serías capaz de hacer. Porque el Señor quiere que estés allí y te da la fuerza”, argumenta.
Gracias al ardor de los católicos, en la gélida Siberia “la fe se ha mantenido de una manera increíble”.
Entra en este enlace de la Revista Misión y lee el testimonio completo. Seguro que se te olvidan tus excusas.