Francisco: “¿El sexo? Un don de Dios. La pornografía es una degeneración”

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La Stampa publica un resumen de la audiencia que el Papa ha tenido con los jóvenes en Francia. Toma nota:

Las preguntas que los jóvenes franceses de la diócesis de Grenoble-Vienne le hicieron al Papa, quien los recibió ayer por la mañana en una audiencia, fueron sobre los temas más dispares, pero tenían un común denominador: como jóvenes, como católicos, ¿cómo hay que afrontar los desafíos de hoy?

El Papa Francisco respondió (incluso con algunas frases en francés, lengua que conoce) directa y espontáneamente, afrontando temas complejos, como el de la sexualidad. «El sexo es un don de Dios. Nada de tabúes», afirmó Bergoglio al responder a una chica de 16 años, que preguntó cómo situarse en una «sociedad en la que el cuerpo ha perdido sacralidad». «Es un don de Dios», insistió el Papa, que «tiene dos objetivos: amarse y generar vida. Es una pasión, un amor apasionado… te lleva a dar la vida por siempre. Siempre. Y a darla en cuerpo y alma». «Una sola carne: esta es la grandeza de la sexualidad». Y hay que hablar y vivir la sexualidad en esta dimensión: «desde el amor entre el hombre y la mujer para toda la vida». «Es cierto que nuestras debilidades, nuestras caídas espirituales, nos llevan a usar la sexualidad fuera de este camino tan bello, del amor entre el hombre y la mujer. Pero son caídas, como todos los pecados. La mentira, la ira, la gula… Son pecados: pecados capitales –dijo el papa. Pero esta no es la sexualidad del amor: es la sexualidad “cosificada”, separada del amor y utilizada como diversión».

Es la idea que plantea la pornografía. «Dime –dijo el Papa Francisco–, ¿tú has visto, por ejemplo (no sé si exista en Grenoble) una industria de la mentira? No. Pero una industria de la sexualidad separada del amor, ¿la has visto? ¡Sí! Se gana tanto dinero con la industria de la pornografía, por ejemplo. Es una degeneración con respecto al nivel en el que la puso Dios. Y con este comercio se hace tanto dinero. Pero la sexualidad es grande: custodien su dimensión sexual, su identidad sexual. Custódienla bien. Y prepárenla para el amor, para incluirla en ese amor que los acompañará toda la vida».

El Papa también respondió a una pregunta sobre la vocación, otro «don de Dios» que debe ser custodiado. Y aclaró algunos puntos: «El Señor llama. Y la persona llamada dice: “Yo quiero ser una monja, quiero ser un cura, quiero ser religiosa…”. Y empieza un camino, que debe ser acompañado con normalidad. Normalidad. Yo tengo miedo de los seminaristas que hacen así [dijo asumiendo una “posa”], tengo miedo, porque no son normales. ¿Tú quieres ser sacerdote? Debes ser un hombre de verdad que sale adelante. ¿Tú quieres ser una monja? Debes ser una mujer madura que sale adelante. Nunca renegar de la humanidad. Que sean normales, porque ¡cuánto daño hace un sacerdote neurótico! ¡Y el daño que puede hacer una monja neurótica, es terrible!».

Además de la normalidad es necesario que los jóvenes sean acompañados «en la pertenencia comunitaria». «Un sacerdote aislado de la comunidad no funciona: es un “solterón”. Solterones son los que no se casan y envejecen. Los que no se casan y se quedan solos toda la vida. “Célibataire”, pero yo he dicho una palabra más fuerte. No, el sacerdote no debe ser un “solterón” aislado, debe ser un padre. La paternidad: educarlos en la paternidad. Y también en la fraternidad. Lo mismo con la monja: la monja debe aprender a ser madre de tanta gente, y la comunidad también».

Hablando con otro chico de 16 años, que se quejó sobre los ataques de sus amigos de la escuela en contra de la Iglesia, criticada por cuestiones como la homosexualidad o la pederastia, el Papa Francisco dio una receta «para transmitir el mensaje de la Iglesia: proximidad, cercanía». Y también escuchar, el llamado «apostolado de la oreja». «“Y después, padre, ¿hablar?”. No, detente. Antes de hablar, haz… lo último que debes hacer es decir cosas. Antes debes hacer, y él verá cómo llevas tu vida. Será él quien te pregunte: “¿por qué haces esto?”. Y entonces, ahí puedes hablar. El testimonio antes de la palabra. “Ecouter, faire”, y luego hablar», subrayó el Papa.

También invitó a los chicos nuevamente a no quedarse en el «sofá», sino siempre a «estar en camino», para no «jubilarse a veinte años». El Pontífice habló con Gabriel y Clara-Marie sobre la solidaridad y el servicio a los pobres: «Están en el centro del Evangelio», insistió. Y se refirió a cuando era seminarista y joven sacerdote en la América Latina del ’68, época histórica en la que «lo que más contaba era la guerrilla, el trabajo político… Y, si un sacerdote hacía un trabajo con los pobres, era “comunista”». «Parecía que el único grupo que se acercaba a los pobres y luchaba por la justicia eran los comunistas. Es al contrario: el Evangelio pone a los pobres en el centro. Es más, pone la pobreza en el centro. Si tú no tienes pobreza de espíritu, no serás beato, un cristiano bueno».

Es fundamental «acercarse a los pobres», insistió el Pontífice «pero no desde arriba par abajo. Es lícito ver a una persona desde lo alto hacia abajo solamente cuando te inclinas para levantarla». Hay que ir «al mismo nivel» con los pobres, sirviéndolos «porque son la imagen de Cristo». Y por pobres el Papa argentino se refiere a «pobres de todo»: dinero, salud, cultura, los pobres que han caído en los vicios, en las dependencias. «¡Cuántos de sus compañeros están en la droga, por ejemplo: son pobres, pobres de Evangelio! “Pero no, ese que está en la droga tiene tanto dinero y familia rica, ese no es un pobre”. No, ese es un pobre, es un pobre», observó Francisco.

El Papa también exhortó a los jóvenes a comprometerse con los demás, en la familia y en la sociedad. «Cuidar a los hermanos, así como tú necesitas que los hermanos te cuiden. Esta es la vida cristiana: no vivimos aislados, somos un cuerpo, y Dios quiere que vayamos en comunidad, que nos cuidemos los unos a los otros, que tratemos de ayudarnos en el camino».

En particular, en la sociedad, «un cristiano debe ser una persona que se compromete», insistió el obispo de Roma. «No solo esos que hacen política, todos, todos. En el lugar en el que te encuentres. ¿Eres contador? Ve cómo hacerlo. ¿Eres médico? Ve cómo hacerlo. Cada uno. Pero no se puede ser cristianos sin comprometerse en la sociedad, sin crear la sociedad. No se escandalicen con esto. Para ser buen cristiano hay que ensuciarse las manos ayudando a los demás. No solamente las ideas, no, con los hechos».

Y sí, a veces nos equivocamos. No pasa nada, «equivocarse es humano», se pide perdón y se sigue adelante. Lo importante es no caer en el egoísmo ni en la corrupción, «dos enemigos feos» del cristiano. «El egoísmo es la cerrazón. Las personas egoístas no saben ver el horizonte». Y la corrupción es tan fea «que acaba por no dejarte vivir para ti mismo, sino que te hace vivir “para los bolsillos”. Te apega al dinero. Es algo muy feo», que «corta todos los ideales».

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