Carta desde Togo

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María escribe desde Togo para que todos nos podamos enriquecer con su experiencia misionera:
Mi nombre es María, tengo 24 años y soy enfermera y profesora de formación profesional sanitaria. El 23 de julio viajé junto a 4 compañeros más a Lome, Togo, para vivir la que está siendo mi primera experiencia misionera.
Aquí, convivimos con las hermanas misioneras Servidoras del Evangelio, primero en Lome y actualmente en Dapaong. Gracias a ellas, estamos viviendo experiencias realmente increibles.
Si tuviera que decir una palabra que expresara la experiencia vivida hasta el momento, la palabra elegida sería «amor». Pero un amor con diferentes matices. Por una parte, está el amor sufrido: es el amor que siento gracias al cansancio, al acabar cada día sin energía. Es un amor dado por cada una de las personas que nos vamos encontrando aquí en el día a día. Es un amor pleno, lleno del espíritu de Dios que encuentro a través de la gente y de mi misma.

Por otra parte, también he encontrado el amor entregado. Es el amor que surge de olvidarse de

uno mismo, y de entregarse por completo a Dios y a los demás.
Por último, me gustaría hablar del amor compartido. El amor compartido por todos, y que solo lo podemos encontrar gracias a Dios. Cada uno tiene su vida, sus sufrimientos, sus alegrías, sus peculiaridades, etc. Cada uno es especial dentro de su peculiaridad, por eso, a ojos de Dios todos somos igual de importantes. De alguna forma, este es el amor que nos une y que da sentido a todo. Es el amor que nos recoge a todos por ser hijos de un mismo Dios. Y este es el amor que resume todos los anteriores y que he podido encontrar aquí en cada gesto, mirada y situación.
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