«Trabajando con los presos me he sentido como tomando un café con los amigos»

Noticias

Un artículo de Cope nos presenta el testimonio de un joven preocupado por trasmitir la fe y que participa en la pastoral penitenciaria de la diócesis de Jaén:

«Nunca he tenido miedo.» Antonio José Campos Martínez tiene 28 años. Es de Jaén y mientras estudiaba Derecho y ADE decide dar un pequeño cambio en su vida: «tenía ganas de ponerle rostro humano a lo que estudiaba. Y a eso se unió mi propio camino de fe.» Por eso empezó a dar catequesis en una cárcel -se dice pronto- a través de la Pastoral Penitenciaria de Jaén.

«Se va únicamente a acompañar a asistir y a estar con ellos. Sin ningún tipo de diferenciación entre creyente, no creyente o diferentes religiones.» No solo de religión va la cosa. Las personas que están en esta situación necesitan de todo -lo mismo que nosotros-: la pastoral ofrece talleres de autoestima, de autoayuda, de matemáticas, violencia de género…

Pero a Antonio le gusta el plano más personal. Él da catequesis a los internos. Directamente, de tú a tú: «Soy joven, tengo inquietudes, entonces hablo con uno, hablo con otro… y entonces les digo: ‘oye y por qué no te vienes a este curso y estamos ahí un rato’. Es verdad que a veces me pueden plantear dudas y me dicen ‘yo no sé si eso me gusta o si tal…’ y yo digo mira ‘ven y prueba’.»

«Vamos compartiendo cosas, experiencias vitales, las relaciones de pareja, qué ha ocurrido esa jornada en la liga, cómo van las familias… Es una oportunidad para que ellos se abran. Que puedan contar en el sentido de liberar, de quitar carga.» Asegura que se hace con total naturalidad y que aunque «no es un parque», muchas veces se ha sentido con ellos «como tomando un café con los amigos».

«Cuando conocen en profundidad la figura de Jesús contagiaEl que conoce a Jesús… Jesús es un tío que engancha y que tiene muchas respuestas a las cosas que les van ocurriendo a ellos ahí.» Y a nosotros.

¿Les sirve esa ayuda?Antonio asegura que «no existe una varita mágica». Pero también relata que «ellos son los protagonistas de su historia y nosotros estamos ahí para ayudar. Creo que sí que les sirve… sobretodo para situarse. Ponerse frente al espejo y ver su vida. Luego ya está la libertad de cada uno para cambiar o no cambiar. O para decir ‘puedo o no puedo’… porque a veces simplemente es que no se puede.»

«Soy consciente de que recibo más de lo que doy». Pasarse el día en la cárcel, dando catequesis a ‘delincuentes’ no parece el plan más apetecible para un chaval de 28 años… ¿delincuentes? «Cuando estás ahí con ellos,te rompen muchos esquemas.Lo que ves, en la mayoría de los casos son gente normal. Hay que partir de la base que cualquiera de nosotros en un momento determinado pues puede estar en esa misma situación por circunstancias de la vida. La vida les ha ido poniendo ahí. La pobreza muchas veces, por desgracia, llama a la pobreza. hay determinados ambientes en los que eres carne de cañón y tienes muchas papeletas para meter la pata y equivocarte.»

Para acabar, le lanzo la pregunta. ¿Todo el mundo merece ser perdonado? «Creo que aunque no nos lo merezcamos, como Dios nos ama, Dios nos perdona. Tampoco tenemos que hacer grandes cosas para conseguir su perdón. No nos exige grandes méritos… porque sino sería muy complicado. A ver quién tiene buen currículum para recibir el perdón de Dios. Todos alguna vez hemos necesitado que nos perdonaran, nuestra novia, nuestros padres, algún amigo… Y si todos hemos tenido esa necesidad, por qué vamos a ir limitando el perdón que nosotros también podemos ofrecer a los demás.»