El 5 julio de 2018, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a S.E. el cardenal Angelo Amato, S.D.B., Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Durante la audiencia, el Santo Padre autorizó a la misma Congregación a promulgar los Decretos relativos a, entre otros, las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Alexia González-Barros y González, laica; nacida el 7 de marzo de 1971 en Madrid (España) y fallecida en Pamplona (España) el 5 de diciembre de 1985.
Así, en estos términos, la Oficina de Prensa de la Santa Sede publica el decreto en el que reconoce las virtudes heroicas de la niña española Alexia González-Barros.
Alexia era la hija menor de siete hermanos, dos de los cuales habían fallecido antes de que ella naciera, y sus padres, Francisco y Moncha, pertenecían al Opus Dei. Era una chica normal, con los mismos gustos y aficiones que sus compañeras de clase, vivaracha y divertida, a la que cuidaban con todo cariño sus cuatro hermanos mayores
Pero un día, el 4 de febrero de 1985, su vida dio un cambio inesperado. Se le declaró un tumor maligno que la dejó paralítica en muy poco tiempo.
Sufrió cuatro largas operaciones y una ininterrumpida cadena de dolorosos tratamientos que convirtieron los diez meses de su enfermedad, antes de su muerte, en un durísimo calvario, que se supo afrontar con paz y con alegría.
Aceptó plenamente su dolorosa enfermedad desde el primer momento, ofreciendo el intenso sufrimiento y las numerosas limitaciones físicas que padecía por la Iglesia, por el Papa y por los demás.
Muy unida a la Cruz de Jesús, le decía con frecuencia en su oración: Jesús, yo quiero ponerme buena, quiero curarme; pero si Tú no quieres, yo quiero lo que Tú quieras.
Sufrió mucho, esforzándose por conservar la fortaleza, la paz y la alegría a lo largo de su dura enfermedad. Esto era fruto de su fe, de su esperanza y de su amor a Cristo. Luchó hasta el final porque amaba la Voluntad de Dios con toda su alma y le había dado su corazón libremente y por entero al Señor.
Falleció en Pamplona, rodeaba por el cariño de su familia, en medio de una gran paz espiritual, el 5 de diciembre de 1985. Sus últimas palabras fueron: más y sí.
Más porque deseaba que siguieran hablándole de Dios.
Con su sí reiteraba el deseo que había manifestado constantemente desde que era niña:
Jesús, que yo haga siempre lo que Tú quieras.
Si quieres leer más sobre Alexia puedes hacerlo aquí: Vida de Alexia González-Barros