Este artículo del diario El Mundo, nos muestra la importancia del trabajo hecho con cariño y sin espectadores que te aplaudan:
La primera vez que limpié un culete yo tenía 33 años y su propietario tenía una semana de vida. Acordoné la zona como si se tratara de un tédax: todo el mundo lejos, pensaba, que nadie diga que no lo advertí, atrás, atrás.
Hubo muchas veces más porque la vida arranca, más o menos, cuando te limpian el culete con mucha gente contenta delante y comienza a declinar cuando te lo tienen que limpiar en silencio y a solas.
El pañal como puerta de entrada. Y también de salida.
(…)
La aclaración viene al caso porque -en tiempos de influencers, másters y meritocracias varias- una auxiliar de enfermería ha reivindicado su trabajo de «limpiar culos«. Existen trabajos mejor remunerados. Más vistosos. Con más gloria mediática. Pero absolutamente ninguno más importante que el de Rebeca: la enfermera que limpia culos.
El artículo completo puedes leerlo aquí: Limpiar culos