¿Por qué tantos adolescentes están hipersexualizados?

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El diario La Razón publica un artículo sobre el problema actual de una sociedad tecnologizada sin la educación adecuada para gestionarla:

La sociedad actual se caracteriza, entre otras cosas, por la gran facilidad de acceso a la información, que se encuentra disponible de forma sencilla y abierta a través de múltiples canales y tecnologías diferentes (internet, TV…). Esta mayor accesibilidad sin duda aporta múltiples ventajas, como la gran rapidez con la que podemos llevar a cabo intercambios de conocimiento, la exposición a diferentes modelos e influencias, así como la eliminación de las fronteras físicas, geográficas o lingüísticas. Javier Mangue, psicólogo de Grupo Laberinto, nos ofrece las claves.

En este sentido, las nuevas tecnologías han supuesto un importante avance social y cultural, si bien, también han supuesto algunos retos y dificultades. Ocasionalmente, las nuevas tecnologías han representado una substitución o han ido en detrimento de las interacciones reales y significativas cara a cara y en no pocas ocasiones delegamos, sobre-utilizamos y / o hacemos un uso inadecuado de la tecnología, lo que se potencia parcialmente por las condiciones de vida y valores imperantes en la sociedad actual (ej. estar el mayor tiempo disponibles o localizables de forma inmediata, estar al tanto de las últimas tendencias en la red). Cuidar las relaciones en el hogar por parte de los cuidadores, generar un vínculo de confianza, establecer una comunicación efectiva y afectiva con nuestros familiares, allegados y amigos, aprender en el marco de estas relaciones, así como compartir tiempo de calidad para disfrutar de actividades conjuntamente, representan pautas de suma importancia para la prevención de problemas posteriores.

Por tanto, la población infanto-juvenil de la sociedad actual ha de afrontar múltiples retos, entre ellos, lograr desarrollarse como personas saludables e integrarse y adaptarse en una sociedad tecnológica cambiante, exigente, con limitada certidumbre y en constante evolución. Cuando este proceso de conformación de identidad no evoluciona favorablemente, se abona la posibilidad de aparición de comportamientos no episódicos que pueden representar un problema, como el consumo de drogas o el recurso a formas de relación interpersonal que pueden resultar problemáticas e inadecuadas (ej. conductas hiper-sexualizadas que pongan en riesgo o en situación de vulnerabilidad a la persona) por las consecuencias negativas que pudieran suponer.

Conducta adictiva y consumo de drogas en jóvenes

El uso de drogas ha estado presente a lo largo de toda la historia y en todas las culturas, si bien, la actual tendencia al alza referida al consumo abusivo de sustancias psicoactivas en población joven representa un reto importante para la sociedad de hoy desde una perspectiva de salud pública. Las estadísticas muestran que el alcohol, el tabaco y el cannabis son las sustancias más ampliamente extendidas. En la sociedad actual, generalmente, suele normalizarse y restarse importancia al consumo de las llamadas “drogas legales” (alcohol y tabaco) y se les atribuye menor perjuicio asociado a su uso que a las llamadas “drogas ilegales”, suponiendo todo ello un importante error. El abuso de drogas, en general, se asocia en mayor medida con dificultades académicas, dificultades interpersonales, dificultad para obtener y mantener un empleo, inicio o agravamiento de otros problemas psicológicos, problemas de conducta y de salud mental, problemas económicos, legales etc.

La perspectiva contextual

 Es frecuente que en el entorno que rodea al joven que consume se determinen otros factores que potencialmente pudieran estar relacionados o bien influir en la conducta adictiva (ej. entorno socio-económico desfavorecido, marginalidad, exposición a consumo de drogas por parte de familiares y amigos, deseo de experimentar, facilidad de acceso y para la adquisición de determinadas sustancias, problemas de relación intra-familiar y /o de comunicación en el hogar…).

De la misma manera, la conducta hiper-sexualizada que algunos jóvenes exhiben con cierta recurrencia en nuestra cultura puede entenderse desde una perspectiva contextual más amplia. La belleza y el atractivo físico son ideales y valores referentes de la sociedad en que vivimos. Además, se procura persuadir implícitamente de la relación existente entre atractivo físico y éxito social o profesional. Frecuentemente se promueven y se hacen hueco en el mercado aquellos contenidos (o productos) que se dirigen al público (consumidor) desde una perspectiva claramente hiper-sexualizada. Los anuncios publicitarios, la televisión o algunos videoclips musicales son ejemplos de ello. A través de un intencionado diseño estético sexualmente significativo se pretende amplificar el atractivo de un producto determinado (ej. una determinada canción) pretendiendo con ello que destaque entre una gran gama de productos con los que compite.

Se puede valorar que esta tendencia se extiende también al uso de redes sociales (ej. Facebook, Instagram…), también entre gente joven. Ocasionalmente, los usuarios de perfiles en estas redes publican imágenes o contenidos sexualmente relevantes (ej. de contenido insinuante) con intención de aproximarse al canon social y alcanzar reconocimiento, aceptación o popularidad por parte del grupo de referencia. Es en este marco contextual, donde necesariamente han de entenderse las conductas de relación interpersonal sexualizadas que ocasionalmente son llevadas a cabo por población joven en nuestra cultura, siendo esto una vez más, un ejemplo de como la psicología del individuo tiene un origen socio-cultural.

Una perspectiva evolutiva: el apego.

Cuando hablamos de apego hacemos referencia a ese vínculo especial que se establece ya a nivel temprano con las principales figuras de referencia (habitualmente los padres).

Cuando la respuesta a las necesidades afectivas y de cuidado del individuo es adecuada, por lo general se facilita el establecimiento de un “apego seguro”, una suerte de confianza, que a su vez habilita en el infante una representación mental genérica acerca del mundo que nos rodea como un lugar seguro, sobre el que uno es capaz de desarrollarse, aprender e interactuar de forma efectiva y satisfactoria. Este proceso, además, resulta ser fundamental para el desarrollo psicológico y emocional de la persona, favoreciendo a su vez un adecuado desempeño social, un adecuado control de la impulsividad, estabilidad emocional, la empatía, la capacidad de ser consciente de los propios pensamientos y sentimientos y el establecimiento de una identidad personal sólida, así como un autoconcepto saludable.

Por el contrario, cuando este proceso de vinculación temprano con los cuidadores principales no es lo suficientemente adecuado (por ej. cuando el cuidador tiene problemas psicológicos, como una depresión) se favorece el establecimiento de un estilo de “apego inseguro”, que a su vez, conllevará con mayor probabilidad problemas psicológicos futuros (ej. ansiedad), problemas de autoconcepto, de inseguridad en la relación con los otros, una percepción del mundo como un lugar más amenazante así como algunos problemas para regular emociones y conductas. En extremo, si el deterioro y las graves fallas en el establecimiento de este primordial vínculo temprano es lo que prevalece y se convierte en norma (ej. negligencia parental, abandono…) se puede llegar a establecer finalmente un estilo de “apego desorganizado”, suponiendo importantes problemas en el desarrollo de la identidad del individuo (confusión de identidad), dificultades importantes para controlar la impulsividad, emociones muy negativas dirigidas hacia uno mismo y niveles graves de psicopatología. A modo de ejemplo, el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) se asocia de forma significativa a estilos de apego inseguro y estilos de apego desorganizados.

No es de extrañar por tanto, que las personas afectadas por este cuadro psicopatológico y por otros similares presenten relaciones interpersonales inestables, impulsividad y problemas de identidad, pudiendo todo ello traducirse en diferentes comportamientos problemáticos (gastos compulsivos, actividad sexual de riesgo, consumo de sustancias, autolesiones…), suponiendo además que sean personas especialmente vulnerables a influencias no favorables provenientes de diversas fuentes.

Establecer una base segura de apego desde edad temprana, favorecer y potenciar una relación afectiva y atenta, facilitar una comunicación efectiva y fluida en casa en la medida de lo posible, acompañar en la resolución de problemas, así como desarrollar y mantener redes sociales saludables de apoyo fuera de ella serán puntos clave para asegurar un desarrollo saludable de la persona. Estos objetivos pueden procurarse recurriendo (si se precisa) al acompañamiento y a la asesoría de profesionales de la Psicología Clínica ya que, sin duda, promover un crecimiento y desarrollo saludables es una inversión que merece la pena.

El artículo completo puedes leerlo aquí: https://www.larazon.es/familia/por-que-tantos-adolescentes-estan-hipersexualizados-hoy-dia-FJ18443053