La caridad, camino de santidad

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En la web de Cáritas a propósito de la última exhortación apostólica del Papa, publicó un artículo sobre la caridad que siempre nos vine bien reflexionar:

Alegraos, exultad de gozo, porque todos estamos llamados a ser santos. Aunque no te lo creas es así. A cada uno de nosotros el Señor nos eligió “para ser santos e irreprochables ante Él por el amor”. Este es el mensaje que nos da Francisco en su reciente exhortación apostólica Gaudete et exultate (Alegraos y regocijaos), sobre la llamada a la santidad en el mundo actual.

Tanto es así que entre la cantidad de santos que nos han precedido pueden estar nuestra propia madre, una abuela o una persona cercana; pueden estar, dice el papa Francisco, el santo “de la puerta de al lado”, el padre que cría con tanto amor a sus hijos, esos hombres y mujeres que trabajan por el llevar el pan a casa, las religiosas ancianas que siguen sonriendo.

Y entre ellos pueden estar, y están, por supuesto, todos los que como voluntarios, contratados o directivos, trabajáis en la acción caritativa y social de la Iglesia. Alegraos, porque vuestro servicio es un camino de santidad. Como el servicio de los voluntarios y voluntarias, que dedican tiempo y vida para que otros vivan; esas personas que tienen cada día ojos abiertos para ver, oídos atentos para escuchar y corazón sensible para conmoverse y actuar ante los que están marginados y excluidos, los que acompañan a los que están solos, o enfermos, en la cárcel o en la calle. Esos hombres y mujeres que trabajan ayudando a otros en los más diversos programas y proyectos sociales; los que trabajan por la justicia, luchan por el bien común y defienden los derechos humanos.

El camino de la santidad es la caridad

¿Sabes por qué? Porque el camino de la santidad es la caridad. Sí, los caminos son muchos, pero el protocolo de la santidad, dice Francisco, pasa por la caridad. Porque “la santidad no es sino la caridad plenamente vivida” o “el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos nuestra vida según la suya”.

En definitiva, se trata de configurar la vida desde el amor a imagen de Jesús, quien nos pidió que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado (Cfr Jn. 13,34). Un amor que tiene una clara dimensión social que es verificadora de su autenticidad. Quien se compromete activamente en favor del necesitado ese es bendito, es santo ( Mt 25, 31-46).

Este es el mensaje de las bienaventuranzas, corazón del Evangelio y carnet de identidad del cristiano (Cfr nº 63). En el capítulo 25 del Evangelio de Mateo hallamos precisamente un protocolo sobre el cual seremos juzgados: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (25,35-36).

A pesar de todo, hemos de estar atentos porque hay riesgos que desvirtúan la caridad y obstaculizan el camino de la santidad. Y Francisco llama la atención sobre varios: El riesgo de despojar a la caridad de la mística que la sostiene, reduciéndola a una ONG.; el riesgo del gnosticismo, de la confianza absoluta en el propio conocimiento, en nuestros propios programas y estrategias, cerrándonos a la verdad; el riesgo del pelagianismo, de la confianza absoluta en nuestra propia voluntad, en las propias capacidades y fuerzas, ignorando el papel de la gracia que supera nuestra posibilidades; el riesgo de las ideologías que supeditan a intereses las opciones y, por ejemplo, defienden mucho la vida del no nacido, pero no defienden la vida de los ya nacidos que sufren, o viceversa; el riesgo de los que en función de intereses nacionales defienden la vida de los indigentes y desprecian a los refugiados o inmigrantes.

Ante todos estos riesgos que amenazan a la caridad, camino de santidad, Francisco nos lanza la propuesta nítida de una espiritualidad centrada en Cristo y en el Sermón de la Montaña, de modo tal que configurarnos con Cristo y con Él ser pobres en el corazón, reaccionar con mansedumbre, llorar con los que lloran, tener hambre y sed de justicia y aceptar cada día el camino del Evangelio aunque nos traiga problemas, eso es santidad.

Te invito a leer, reflexionar e interiorizar la propuesta de Francisco en esta nueva exhortación. El Señor no espera de nosotros que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada. El Señor nos quiere dichosos, felices, y esto significa que nos quiere.

Artículo original: https://www.caritas.es/blog/alegraos-podeis-santos-ejercicio-la-caridad/