«Somos felices con lo que tenemos»

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¿Se puede ser feliz con siete hijos? Claro que sí, y con más. Ya os hemos contado la historia de Rosa Pich y sus 18 hijos. He tenido el placer de conocerla y os aseguro que es feliz. Cuando no pones el corazón en las cosas materiales, sino en Dios, se abre un nuevo horizonte que es el que da la felicidad.

ABC de Sevilla nos cuenta la historia del matrimonio Marín – Gayte y sus 7 hijos. Comprobad lo que os digo:

Viven en Ciudad Expo en un piso de cinco dormitorios que lograron adquirir con mucho esfuerzo y donde viven con sus siete hijos, de 7 a 25 años. No son ricos ni del Opus Dei; no pueden dormir en hoteles cuando viajan, ni ir de tapas toda la familia; pero se las arreglan para salir todos juntos.

«Nos encanta ir por Sevilla y llevarnos en los bolsos sandwiches y bocatas y bebida congelada. Tenemos mucha habilidad porque no podemos entrar en un bar a pedir tres tapas cada uno, pero hemos perdido esa vergüenza y nos vamos a los Jardines de Murillo o a un parque los nueve. Con un bocata y una lata de coca-cola somos felices», dice la madre.

Manuel Marín es arquitecto técnico, trabaja como autónomo y lleva 27 años casado con Inmaculada Gayte, profesora titular de Matemáticas en la Universidad de Sevilla.

Ninguno de los dos se planteó entonces tener una familia tan numerosa pero los niños fueron llegando y ellos recibiéndolos con alegría, uno a uno, hasta ocho, aunque sólo viven siete.

Su primogénita, Inma, de la que conservan fotografías por todas las habitaciones de la casa, nació con una discapacidad y falleció con 18 años. De ella aprendió muchas cosas y fue ella la que le dio la tranquilidad, la paciencia y la fuerza para poder seguir incrementando su familia.

Manuel, el padre, es arquitecto técnico y trabaja como autónomo para poder conciliar la vida laboral con la familiar: «mi familia era lo más importante». La madre, Inmaculada, es profesora titular en la Universidad de Sevilla: «Acababa de empezar a trabajar cuando nació Inma y leí mi tesis cuando ya tenía tres hijos. Cuando saqué mi plaza de profesora ya tenía cinco hijos, Todo fue más despacio por la maternidad pero los hijos te sacan la fuerza de donde crees que ya no hay».

¿Llegan a finales de mes? «Ahora sí, pero hemos pasado etapas en las que no. Cuando éramos más jóvenes y teníamos sólo cuatro hijos, el día 20 ya teníamos la cuenta a cero».

En la casa de los Marín-Gayte los gastos no son los de una familia normal. Reconocen que no pueden viajar de hotel en hotel y que siempre buscan algún apartamento en que quepan nueve personas «en el que se pueda cocinar», aclara Inma. Ella se casó sin saber casi freír un huevo pero tuvo que aprender.

No me considero nada especial, ninguna supermadre. Como padres hemos conseguido salir de nuestro egoísmo y del materialismo de la sociedad actual. Lo que me da pena es que el mundo esté montado para disuadir a las mujeres de que tengan hijos. Todo se pone en contra de nosotras y de los padres. La baja maternal es muy corta, debía durar un año como en los países nórdicos. Y en las empresas se debía de favorecer la conciliación.

Su marido coincide con ella y lanza otra reflexión muy actual sobre las pensiones: «Un matrimonio con muchos hijos acorta la carrera profesional de las madres. Con menos hijos, Inma habría tenido un sueldo más alto y una pensión más alta cuando se jubile. Nuestros siete hijos nos pagarán nuestras pensiones y las de personas que no han tenido hijos o han tenido sólo uno o dos. Creo que eso debería tenerse en cuenta», asegura.

¿Impera la armonía en una familia tan numerosa?  Se comparte y se ayuda, pero es verdad que se piensa que en las familias numerosas todo es armonía y todo se lleva bien, pero son como las familias normales, de menos miembros: se pelean, hay discusiones y se quejan de que si ha hecho esto su hermano o no. Ese egoísmo está en la naturaleza humana. Ahora bien, en cuanto llegaba un plato de croquetas todos mis hijos saben perfectamente cuántas le tocan a cada uno. Y si la división no es exacta, saben cuántos trozos le tocan a cada uno.

Inma y Manuel forman parte desde hace siete años de un grupo familiar de la Iglesia Católica y dicen que han entregado la vida a sus hijos y que ellos tendrán que hacerlo también con los suyos, cuando los tengan: «A veces pienso que no sé como logramos salir adelante. Dios nos ayudó»

Aquí el enlace del artículo íntegro de ABC: http://sevilla.abc.es/sevilla/sevi-no-podemos-dormir-hoteles-restaurantes-pero-somos-felices-bocadillo-parque-201804230728_noticia.html#ns_campaign=rrss&ns_mchannel=abc-es&ns_source=fb&ns_linkname=cm-general&ns_fee=0