San Gregrorio Nacianceno, en su sermón 45, nos prepara para la celebración de los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor; nos va diciendo que escojamos el personaje que realizamos en nuestra vida en torno a estos pasajes: si eres Simón Cireneo, coge tu Cruz y sigue a Cristo, si estás crucificado con él como un ladrón, como el buen ladrón, confía en tu Dios, […] si eres Nicomdemo, ven a enterrar el cuerpo y úngelo con ungüentos… y así sucesivamente.
Pero podemos escoger los papeles como si de una obra de teatro se tratase, o como si no fuera con nosotros, como si fuéramos meros espectadores. La vida es como un viaje en el que vamos cambiando de papel, según las circunstancias. Yo te invito, en esta Semana Santa a elegir el papel que representas en tu vida; en el que más te ves representado, o aquél al que querrías asemejarte. ¿Te tienen que obligar a ayudar a los demás, como Simón Cirineo? ¿O sales presurosa cuando alguien te necesita como la Verónica? Pero no sólo pretendo que escojas, sino que como decía el santo, pongas manos a la obra para vivir ese papel, o para cambiarlo, si no es el más oportuno para un cristiano.
Si no encuentras a nadie, si ninguno es parecido, puedes hacer como Rafael, que en el Pasmo de Sicilia, un cuadro que se encuentra en el Museo del Prado, en una de las salas más grandes, firma el cuadro en un lugar especial. El relato histórico lo describe así: Hizo luego para el monasterio de Palermo, llamado Santa Maria dello Spasmo, de los frailes de Monte Oliveto, una tabla con un Cristo que carga la cruz, la cual es tenida como algo maravilloso, pues allí puede verse la crueldad de los crucificadores que lo conducen, con furia infinita, al monte Calvario. Cristo padece ese tormento y siente cercana su muerte al caer bajo el peso de la cruz, y empapado de sudor y sangre, vuelve su mirada a las Tres Marías, que lloran desconsoladamente. Entre otras muchas figuras se ve allí la figura de la Virgen María(…) la colocaron en Palermo, y desde entonces es allí más famosa que el mismo monte volcánico [el Etna].
Pues bien, en la parte más baja del cuadro, puedes observar que el autor ha firmado en una de las piedras del camino que hacen o pueden hacer tropezar a Jesús. Como queriendo decir que él también es un obstáculo en el camino para Cristo. Es cierto que no insulta, no flagela, no le escupe, pero sí que le molesta. Muchas veces nos parece que no hacemos nada malo, que no tenemos pecados, pero somos obstáculo en la vida de los demás, molestamos.
En esta Semana Santa, quiero pedirle perdón a Jesús, y te invito a ti a hacer lo mismo, por todas las veces que hemos sido obstáculo en la vida de los demás, en lugar de ser apoyo; perdón por juzgar antes que comprender, por haber hablado mal de otros, en lugar de destacar sus virtudes, perdón por no señalar bien el camino del Cielo con mi ejemplo, por ser antes mojón de discordia que cruz de término, perdón por no descubrir el dolor, como se ve en el cuadro el dolor de la Virgen Santa, en todos los rostros que han llorado o han tenido motivos, cerca de mí o, quizás más bien, por mi culpa.
No quiero que en esa piedra vuelva a aparecer en tu camino, mi Jesús; pero sí que quiero firmarla: la piedra de tus caídas, pero también la que te apoyes, la piedra del descanso de los más débiles, de los que te huyen, aunque quizás te quieren. No una piedra arrojadiza, sino una piedra de perdones, como las del enlosado, que escucharon a Pilatos, y los ecos de Herodes, que sintieron las pisadas del Amor de los Amores; la piedra donde Pedro llore sus negaciones, para que sus lágrimas, juntas con las de todos los hombres, las mías y las de los sayones, caigan pidiendo perdón mientras tu Madre nos diga: HIJO MIO, NO LLORES.
Fuente: Se llenaron de inmensa alegría
Domingo de Ramos, domingo de Pasión