Jorge Mario Bergoglio nunca fue muy amigo de las entrevistas, pero desde que fue elegido Papa en marzo de 2013 ha concendido varias. La última se ha convertido en un libro, «Papa Francisco. Política y Sociedad» (Ediciones Encuentro). La publicación es el resultado de una docena de encuentros mantenidos entre el Santo Padre y el sociólogo francés, Dominique Wolton, entre febrero de 2016 y febrero de 2017. Los diálogos tuvieron lugar en la casa Santa Marta «al margen de todo marco institucional y sin protocolos», señala el autor.
A lo largo de estas conversaciones en las que se abordan temas tan complejos como la guerra, la crisis europea, el compromiso social y político de la Iglesia, Wolton descubre que Francisco «aporta otra identidad a la Iglesia católica». «Es el primer Papa de la mundialización, a caballo entre América Latina y Europa —señala—. Un Papa a la vez humano, modesto, y al mismo tiempo, dotado de una gran determinación, con sus dos pies puestos en la Historia. Su rol no tiene nada que ver con el de los grandes dirigentes políticos del mundo y, sin embargo, tiene que confrontarse con ellos constantemente». Prueba de ellos son los fragmentos del libro que extractamos a continuación.
Las guerras
—Dominique Wolton: Pero ¿dónde estaba Dios en Auschwitz? ¿Y dónde está Dios en el aplastamiento de los cristianos de Oriente?
—Francisco: Yo no sé dónde está Dios. Pero sí sé dónde está el hombre en esta situación. El hombre fabrica las armas y las vende. Somos nosotros, y nuestra humanidad corrompida. Pero a la gente le resulta fácil plantear esta pregunta: «¿Y por qué permite eso Dios?». Sin embargo, ¡somos nosotros los que cometemos todo eso! ¿Y por qué nos permitimos hacerlo? El traficante de armas que las vende al que lucha contra otro, y que, a continuación, las vende también a sus adversarios… Qué corrupción…
«Partidos cristianos no»
—Francisco: Es esta una cuestión difícil, y tengo miedo de responder a ella. Me muestro favorable a que haya partidos que asuman los grandes valores cristianos: son valores orientados al bien de la humanidad. Eso sí. Ahora bien, un partido solo para los cristianos o para los católicos, no. Es algo que lleva siempre al fracaso.
Tsipras, «un político de futuro»
—Francisco: Hable con él. El día en que fui a Lesbos se mostró muy discreto. Pero, al final, cuando decidimos traernos con nosotros a los doce refugiados sirios, todos ellos musulmanes, hizo un comentario. Y me dijo una cosa valiente: «Lo que está por encima de todos los acuerdos son los derechos del hombre». Un político que piensa así es un político de futuro, que reflexiona sobre lo que es Europa.
Donald Trump
—Francisco: Todo hombre o toda institución, en todo el mundo, tiene siempre una dimensión política. De la Política, con mayúscula, dijo el gran Pío XI que es una de las formas más elevadas de la caridad. Trabajar por una «buena» política significa empujar a un país para que avance, para que haga avanzar su cultura: eso es la política. Y se trata de un oficio. A mi vuelta de México, a mediados de febrero de 2016, me enteré por los periodistas de que Donald Trump habría dicho de mí, antes de ser elegido presidente, que yo era un hombre político, antes de declarar que, una vez elegido, haría construir miles de kilómetros de muros… Yo le agradecí que hubiera dicho de mí que era un hombre político, porque Aristóteles definió a la persona humana como un animal politicum, y eso supone un honor para mí. Por consiguiente, ¡soy al menos una persona! En cuanto a los muros…».
Papa de los pobres
—Dominique Wolton: A propósito, ¿le gusta que le llamen el «papa de los pobres»?
—Francisco: Es algo que no me gusta, porque se trata de una ideologización. Una denominación ideológica. No, yo soy el papa de todos. De los ricos y de los pobres. De los pobres pecadores, de los que yo soy el primero, sí, es verdad.
«Me siento libre»
—Dominique Wolton: Usted viene de América Latina, pero tiene raíces europeas. ¿Le proporcionan sus orígenes latinoamericanos y su formación jesuita los medios para vivir las cosas de otro modo?
—Francisco: Un ejemplo que me viene a la cabeza, pero que no sé cómo expresarlo: soy libre. Me siento libre. Eso no significa que hago lo que quiero, no. Pero no me siento prisionero, en una jaula. En esta jaula, en el Vaticano, sí, pero no desde el punto de vista espiritual. No sé si es eso… A mí nada me da miedo. ¡Tal vez sea inconsciencia o inmadurez!
La paciencia, una virtud
—Dominique Wolton: ¿Cuál es su principal cualidad?
—Francisco: ¿La cualidad…? Yo diría simplemente que me gusta escuchar a los otros. Porque descubro que cada vida es diferente. Y que cada persona tiene su camino. Escuchar. No para cotillear, para juzgar, sino para abrirme a estilos de vida o logros diferentes… También tengo paciencia, por ejemplo para escuchar a algunos ancianos que parecen repetir siempre lo mismo. Es una paciencia que poseo de un modo natural.
«Cometo errores»
—Dominique Wolton: Es usted muy mediático, muy popular también. Mi pregunta es: ¿no hay un riesgo de desfase entre lo que usted dice a título personal y sus pronunciamientos oficiales? ¿O bien lo hace usted a propósito para crear otro tipo de comunicación, más directo, más allá de las instituciones?
—Francisco: Me parece que la prudencia es algo necesario. No una prudencia «fría», sino la que permite comprender hasta dónde se pueden decir las cosas, y hasta dónde no hay que llegar. Reacciones, las hay, y yo mismo cometo errores. Me he equivocado dos o tres veces en mi modo de decir las cosas.
fuente: ABC
http://www.abc.es/sociedad/abci-francisco-no-gusta-llamen-papa-pobres-201802241346_noticia.html