San Valentín: Centrarse en el otro…

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En esta fecha en que se celebra el día de los enamorados, podemos detenernos un poco para pensar si realmente hemos encontrado a la persona adecuada, para amarla el resto de la vida… Si es así, es preciso cuidar ese amor para que perdure.
        Porque, ¿qué es enamorarse? Es deslumbrase por ver todo lo bueno que el otro encierra en su interior. Y querer compartir la existencia entera con esa persona. También saber admirarlo, y motivarle para que lo desarrolle.
 
      Querer a alguien consiste en cambiar la perspectiva del yo al tú. Es como una “autoexpropiación” de uno mismo, en favor del otro. Como encontrar un gran tesoro. Entonces, esa persona capta todo nuestro interés y queremos tenerla siempre a nuestro lado, en los momentos buenos, y en los menos buenos…
 
     Por eso se concreta en el compromiso: es la forma de hacer de ese enamoramiento algo estable que nos de su energía y su calor en todas las circunstancias de la vida.
 
 
       En un amor maduro, no solo hay sentimientos, sino que es preciso poner cabeza en ello, y voluntad para “querer” querer al otro con hechos concretos; con gestos y detalles. 
 
      No basta con estar flotando en sentimientos favorables mientras duren… Hay que trabajar el amor, cuidarlo, “regarlo”, para que pueda madurar en el tiempo. Es lo que hace el «Principito» con su rosa…
         
      Y para eso, hay que pensar en el otro antes que en uno mismo; hay que luchar contra la comodidad, el yo, me, mi, conmigo…, que nos acechan muchas veces, y que anulan el amor verdadero y auténtico.
 
  Para tener una relación estable, primero hay que luchar por tener una personalidad estable cada uno. Es decir, tener voluntad para hacer lo que pensamos que es bueno hacer, sintamos algo o no… Si no, con los sentimientos solo no podemos ser constantes, porque van y vienen…, y desaparecen. Y el amor necesita de nuestro cuidado y mimo constantemente para crecer. Si no, se seca y puede morir.

      Entonces, ¿cuál es el secreto para custodiar la pasión inicial, y construir una relación estable…?
      Diría que anclarlo en una amistad profunda entre ambos, y trabajarlo cada día.
            1- Amistad mutua
           La amistad ayuda a fortalecer el amor y la union de ambos y logra más conexión y empatía entre esas personas. Los amigos van uno al lado del otro hablando de algo que comparten. Y esto es lo que sucede en la relación en pareja.
 Ser amigos significa pensar en el otro, mostrar interés por sus cosas, ayudarle en lo que necesite, y compartir algo juntos, como ilusiones, proyectos, gustos, pensamientos, motivaciones, pasiones, hobbies…
 
       Se trata de apreciar y valorar al otro en cuanto “otro”, viendo sus fortalezas y cualidades con admiración y agradecimiento. Porque, al quererle bien, descubrimos todo lo bueno y bello que encierra en su interior. Es un sorprenderse del otro con admiración.
     2- Además, requiere un trabajo de artesanía, que se plasma en la vida diaria en pequeños gestos y detalles que lo expresan, y que mantienen vivo ese amor. Por eso, es preciso pensar cada día con qué detalles vamos a alegrar la vida al otro, para que se sienta realmente querido, querida.
En San Valentín, hace falta un poco de calma para pensar, y enfocarnos en el otro, en conocerle a fondo, en querer su bien, como señala Aristoteles. Así, ayudarle a lograr lo mejor de él, de ella: su mejor personalidad. Para ello es necesario sonreír, dejar el corazón a la vista para el otro…, porque la sonrisa nace del corazón, ¡de un corazón enamorado!  
         NOVIAZGO
 
         Por eso, construir el amor precisa su tiempo. No se puede devorar al primer destello, porque entonces las aferencias sensoriales epidérmicas, de “gustirrinín”, camuflan el verdadero conocimiento de la otra persona, e interfieren en él.
       Ya no se es objetivo para pensar y decidir si esa persona es la que se quiere elegir como compañera para toda la vida, para ayudarse mutuamente…  

       Las cosas importantes necesitan tiempo para su maduración. Todo lo valioso tarda madurar: hay que dejarlo crecer, y cuidarlo, o lo angostamos desde el primer momento. Como señala Chesterton, “no se puede al mismo tiempo comerse el pastel, y quedarnos con él”… 

        En la  etapa del noviazgo es el momento para conocerse y llegar hasta el fondo del alma de cada uno, para así ponderar con cabeza si será nuestro “caballero” o nuestra “princesa”, que nos acompañará y nos querrá siempre… 
 
 
                                ¡Merece la pena…!
Fuente: Optimidtas educando
https://optimistaseducando.blogspot.com.es/2018/02/para-amar-mejor.html?spref=fb