En la homilía de hoy del Papa en Santa Marta nos habló de oración.
¿Cómo es en el Evangelio la oración de los que logran obtener del Señor lo que desean? De esta pregunta surgió la reflexión del Santo Padre de esta mañana.
La oración en la fe y de la fe
En el Evangelio de Marcos se relatan, tanto ayer como hoy, dos curaciones, recordó Francisco. Ayer la del leproso y hoy la del paralítico. Ambos rezan para obtener y lo hacen con fe: el leproso – subrayó el Papa – desafía incluso a Jesús con valor, diciendo: “¡Si quieres puedes purificarme!”. Y la respuesta del Señor es inmediata: “Lo quiero”. Por lo tanto todo es posible para quien cree, como enseña el Evangelio:
“Siempre, cuando nos acercamos al Señor para pedir algo, se debe partir de la fe y hacerlo en la fe: ‘Yo tengo fe de que puedes curarme, yo creo que tú puedes hacer esto’ y tener el coraje de desafiarlo, como el leproso de ayer, o este hombre de hoy, este paralítico de hoy. La oración en la fe”.
El Evangelio nos lleva a interrogarnos acerca de nuestro modo de rezar. No lo hagamos como “papagayos” y “sin interés” en lo que pedimos, sino que – sugirió el Papa – supliquemos al Señor que nos ayude con nuestra poca fe, incluso ante las dificultades. En efecto, son tantos los episodios del Evangelio en los que acercarse al Señor es difícil para quien tiene necesidad… Y esto nos sirve de ejemplo. Y recordó que el paralítico, en el Evangelio de hoy, incluso llega a ser calado desde el techo para que su camilla alcance al Señor que está predicando a la multitud. “La voluntad hace que se encuentre una solución” – subrayó el Santo Padre –, hace que se vaya “más allá de las dificultades”:
“Coraje para luchar a fin de llegar al Señor. Coraje para tener fe desde el inicio: “Si tú quieres puedes curarme. Si tú quieres, yo creo”. Y coraje para acercarme al Señor, cuando hay dificultades. Ese coraje… Tantas veces, se necesita paciencia y saber esperar los tiempos, pero no abandonar, ir siempre adelante. Pero si yo me acerco al Señor con fe y le digo: “Si tú quieres, puedes darme esta gracia”, y después, pero… dado que la gracia después de tres días no ha llegado, voy a otra cosa… y me olvido”.
Santa Mónica, la madre de Agustín, rezó y lloró tanto por la conversión de su hijo. Y logró obtenerla. El Papa Francisco la citó de entre tantos santos que han tenido gran valor en su fe. Coraje “para desafiar al Señor”, coraje para “ponerse en juego”, incluso si no se obtiene inmediatamente lo que se pide, porque en la “oración se juega de modo fuerte” y “si la oración no es valerosa, no es cristiana”:
“La oración cristiana nace de la fe en Jesús y va siempre con la fe más allá de las dificultades. Una frase para llevarla hoy en nuestro corazón nos ayudará, de nuestro padre Abraham, a quien se le prometió la herencia, es decir, tener un hijo a los 100 años. Dice el apóstol Pablo: ‘Crean’ y con esto fue justificado. La fe y ‘se puso en camino’: fe y hacer de todo para llegar a aquella gracia que estoy pidiendo. El Señor nos ha dicho: ‘Pidan y les será dado’. Tomemos también esta Palabra y tengamos confianza, pero siempre con fe y poniéndose en juego. Éste es el coraje que tiene la oración cristiana. Si una oración no es valerosa no es cristiana”.
Fuente: News.va