Así se presentó el sacerdote Tom Uzhunnalil tras 18 meses de secuestro en Yemen. Con 30 kilos de menos y psicológicamente al límite. El misionero salesiano rompió a llorar al recordar a las 4 Misioneras de la Caridad y 12 ancianos asesinados durante su secuestro.
“Después, por supuesto, de agradecer a Dios… Veo a las Misioneras de la Caridad… Mis condolencias…”. El sacerdote asegura que sus secuestradores no le maltrataron y que no pudo averiguar a qué grupo terrorista pertenecían, si pertenecían a uno. Dice que pasaba los días rezando, agradeciendo a Dios cada nuevo día de vida que le otorgaba.
“Agradecía al Señor por el nuevo día y recitaba: “El ayer se fue, el mañana aún no es seguro, dame la gracia de vivir bien este día”. Lo recitaba antes de irme a dormir o cuando llegaba la noche y todos dormían. Daba gracias a Dios por la mañana que llegaba y por el nuevo día. Esto me llenaba de paz”. Tras su liberación el misionero fue trasladado a Roma. En la Ciudad Eterna pudo mantener un encuentro que nunca olvidará: con el Papa.
“Nunca antes había estado con el Santo Padre Francisco. El Papa es el Vicario de Cristo y en ese encuentro él me besó las manos. Me siento indigno. Le estoy muy agradecido por sus bendiciones. Estoy seguro de que ha dedicado mucho tiempo a rezar por mí”. El padre Tom se quedará en el Vaticano, recibiendo los cuidados médicos que necesite. En cuanto se recupere volverá a la India para volver a estar entre los suyos.
Fuente: ROME REPORTS