En 1999 pude entrevistar para el diario Ideal de Granada a Navarro Valls, pues entonces yo era un pequeño terrorista en el Colegio Mayor Albayzín (donde él ya había sido director). Más tarde, en 2008 volvimos a vernos para otra entrevista que dejo debajo. Entonces, fuera de foco -a pesar de actuar un poco como ‘abogado del Diablo’ con mis preguntas inquietas y una sonrisa- me dio algunos pequeños consejos: “Ismael, cuida siempre a la persona que tienes delante. Como periodista, no importan las ideas: avanza siempre con las personas”. Lo intentaré, le dije. Hombre profundo y brillante, descanse en paz.
SENTIMIENTOS
– Parece usted un hombre frío… Si se cumple la manida frase de que detrás de un gran hombre hay una gran mujer y viceversa, detrás de un Papa hay un buen portavoz, por lo que también sus opiniones tienen interés. También es usted un personaje público… pero usted dijo al morir el Papa – al preguntarle cómo se encontraba usted- que lo que usted pensara entonces «no tenía relevancia».
Respondería a su pregunta diciendo que es muy bonito ser profeta. Pero un profeta lo es siempre de alguien distinto de sí mismo. Si uno se hace profeta de sí mismo, en ese mismo momento deja de ser profeta. Mi trabajo, en aquel como en otros muchos momentos de los años que estuve con Juan Pablo II y luego con Benedicto XVI, era transmitir las verdades y los hechos de aquellas dos personas y de la Institucion que ellos personificaban. Por eso mis emociones en los días que precedieron la muerte de Juan Pablo II eran, desde el punto de vista informativo, completamente irrelevantes. La gente estaba interesada en el mensaje, no en el mensajero.
– ¿Se puede y debe guardar la distancia con la noticia sin que nos implique?
Los acontecimientos nos implican siempre. Los hechos, si son verdaderos, no nos dejan nunca indiferentes. Pero la transmisión de una verdad exige fidelidad a ella, depurando la noticia informativa del eco – emotivo o no – que aquellos hechos evocan en quien los narra.
-¿Qué hace ahora? A qué se dedica actualmente tras tener un horario de 24 horas al día. (Usted dijo alguna vez que cuando usted se levantaba en Roma, los católicos de China y Oriente llevaban despiertos varias horas del día y que eso era ya tener trabajo acumulado).
He vuelto a la actividad académica como Presidente del Comité de Orientación en la Universidad Campus Bio Médico de Roma. Además estoy en el Comité Estratégico de una productora cinematográfica italiana. Escribo. Soy Presidente de una Fundación “no profit” de orientación cultural y asistencial. Y alguna otra cosa más. Como puede imaginar, el horario de 24 horas de actividad al día no ha cambiado.
WOJTYLA
-¿Cómo era el Karol Wojtyla en la intimidad, como persona (no como personaje)?
Era un hombre alegre. Trabajar con él era, también por esto, una experiencia extraordinaria. Pero su alegría no era sólo temperamental: tenía las raices profundas que dan las convicciones. Eso hace a la alegría más estable, como una necesidad continua. El sabía dar razón de su alegría.
-Está usted escribiendo sus memorias sobre Juan Pablo II. ¿Puede mostrar algo que los medios no hayan retratado de él? ¿Alguna anécdota?
Habría mucho todavía nuevo por decir sobre Juan Pablo II. Pienso que una personalidad tan rica como la suya es aún en gran parte desconocida. Se sabe de su actividad, de su enorme influencia global en toda una generación. Pero su persona, su carácter, la dimensión de su vida personal, necesitaría todavía ser pensada y explicada. Ese libro al que usted se refiere lo siento, personalmente, como un imperativo moral, como algo que debería hacer. Pero no lo he comenzado todavía.
– Se siente añoranza, por esos años vividos.
Se siente uno agradecido y enriquecido por aquellos años.
– El peor momento del Pontificado desde el punto de vista informativo. Supongo que las alegrías fueron mayores.
No me gusta, en general, hablar de dificultades porque de eso habla ya mucha gente. Ciertamente, no parece fácil transmitir los valores universales sobre el ser humano y el mensaje cristiano a una època que parece desatenta, distraída. Pero Juan Pablo II supo no sólo transmitir ese mensaje sino entusiasmar con él a muchos dentro y fuera de la geografía cristiana. Las alegrías, como usted dice, fueron mayores. Y mucho más frecuentes que las dificultades. Sencillamente, porque quien escuchaba se daba cuenta de que lo que se decía era verdad.
-Tras el atentado, ¿llegó a perdonar realmente Juan Pablo II a Ali Agca? Algunos no creen tan evidente aquel abrazo de Karol Wojtyla en la cárcel y consideran que fue un gesto más propio de un político. ¿Qué opina al respecto?
Tres días después del atentado, cuando por primera vez se pudieron registrar unas palabras del Papa desde su cama en el hospital para transmitirlas a la opinión pública, Juan Pablo II dijo que perdonaba “al hermano que me ha herido”. Unos meses después, ya recuperado, quiso además ir a la carcel pare repetirle personalmente a Ali Agca lo que ya había dicho públicamente. El mismo Papa me contó aquella desconcertante conversación privada con quien quiso asesinarle. Pero no es ahora la ocasión de repetir su contenido.
-¿Cómo vio usted el decaimiento de Juan Pablo II hasta su muerte con dignidad?
Juan Pablo II había escrito durante su Pontificado trece Encíclicas. Pero todo lo que pudo decir al mundo con las imágenes de sus enfermedades hasta el final lo considero como su Encíclica número catorce, la más bella porque no fue un documento escrito sino un ejemplo vivido. Supo hacer de los límites que trae la enfermedad y la ancianidad un nuevo instrumento para transmitir valores humanos y cristianos a toda una cultura que ve el dolor, la enfermedad y la vejez casi como un escándalo.
-¿Juan Pablo II santo súbito? Aunque usted sea juez y parte, ¿qué le parece?
Hasta hace pocos siglos, la Iglesia reconocía la santidad de los santos por aclamación popular. De algún modo, con aquel clamor público y manifestado el día del funeral de Juan Pablo II se repetía la historia. Por otra parte, pienso también que durante el proceso de beatificación que se está haciendo se ha recogido una extraordinaria riqueza de datos biográficos aportados por las personas que habían vivido con él y conocían aspectos íntimos suyos. Todo eso lleva tiempo. Pero tiene un valor asombroso desde el punto de vista histórico.
-¿En este sentido anterior cómo se ve Joseph Ratzinger desde la distancia cercana? ¿Cual es su principal virtud?
La riqueza conceptual, de pensamiento, de Benedicto XVI es asombrosa. Ya lo había comprobado durante años en las muchas ocasiones en que, por mi trabajo, tuve que participar en reuniones con él. Ahora, como Papa, está haciendo una extraordinaria pastoral de la inteligencia. Llega al corazón de la gente, pero pasando antes por el cerebro.
ESTEREOTIPOS
-Algunos medios o periodistas utilizan adjetivos sobre el pontificado o cualquier institución. Se denomina conservador o progresista al Consejo Judicial, a una ONG o institución cualquiera. ¿Qué piensa de esto? ¿Es malo etiquetar? ¿Hay alguna inmunidad frente al contagio de cierto periodismo o de periodistas que hacen de la simplificación un modo de trabajo?
La suya es una pregunta de teoría sobre el periodismo que sería muy interesante abordar quizás en otra ocasión. Diría ahora solamente que el periodismo consiste en transmitir una experiencia que el periodista considera verdadera. Si falta aquella experiencia – de un hecho, de una persona, etc. – , no se hace periodismo sino ficción. Y si falta la convicción de que aquello que se cuenta es verdadero, tampoco se hace periodismo, se hace propaganda.
-Más estereotipos. ¿Tiene la Iglesia mala prensa? Si la tiene, ¿qué remedios aplicó usted y qué se puede hacer? Algún consejo a los lectores de prensa
No querría trivializar con dos palabras un tema tan interesante. Pero yo no sería tan pesimista en esta cuestión. El universo de verdades y valores que la Iglesia tiene y propone son bastante reconocibles en los medios. Me refiero a realidades como la dignidad humana, el sentido de la familia, el deber de la honradez en el trabajo, y tantos otros. Si esos valores son distorsionados en un medio, el lector puede cambiar de periódico o de televisión. La ventaja de nuestra época es que la oferta informativa es tan amplia que hay donde elegir. En el fondo, desde el punto de vista del lector el tema es siempre el mismo: ¿dónde me informo de las cosas? Es una pregunta inevitable que cada uno ha de responderse y actuar en consecuencia.
-¿Qué significa dar el dato y su interpretación?
Dar el dato es obvio, aunque no todos lo hacen: el dato hay que darlo completo y no sólo la parte de él que cuadra con mi punto de vista. Su interpretación no es lo que yo quisiera que el dato signifique, sino el contexto – la historia, precedentes, circunstancias etc. – en las que el dato encuentra su comprensión. El periodista ayuda a interpretar el dato cuando lo cuenta con su contexto. Pero eso exige una cosa que no es frecuentísima: acostumbrase a pensar fuera de las ideologías. Es decir, salirse de la propia ideología y pensar las cosas como son.
-Su minuto de gloria fue en el Cairo. Algunos hablaron de un enfrentamiento con Al Gore… ¿Qué hay de cierto?
Al Gore, jefe de la delegación americana en aquella Conferencia de las Naciones Unidas, llevaba una agenda temática en contraste con algunas cuestiones fundamentales de la dignidad humana. Simplemente, en cuanto miembro de la delegación vaticana, tuve que contrastarla públicamente. Y, al parecer, la opinión pública – también la americana – agradeció aquella clarificación.
JUVENTUD
-Vivió en Granada una temporada. ¿Qué relación tiene con esta ciudad? ¿Qué destacaría de ella?
Aquí empezó mi vida universitaria y luego volví en los primeros años de mi especialización médica. Recuerdo de entonces el impacto estético de esta ciudad, un poco romántica, de buena tradición literaria, pictórica y musical. Estoy agradecido a Granada por lo que entonces me desveló. También porque fué aquí donde por primera vez conocí el extraordinario contenido humano y espiritual del mensaje del Opus Dei.
– De joven, ¿pensó alguna vez que llegaría tan lejos en la vida?
De joven uno normalmente vive en presente y ve la vida futura como algo informe, posible, inimaginable. Luego uno aprende a gestionar las sorpresas…
– Su vida en dos palabras o en alguna cita se resumen en…
Diría lo que usted recordó antes: lo que uno pueda decir de su propia vida es bastante irrelevante. Se corre siempre el riesgo de dejar en el tintero lo verdaderamente significativo.
PS: la primera entrevista en 1999, larga y completa, en este enlace:http://antiguos-albayzin.blogspot.co.ke/…/joaquin-navarro-v…. Y buen provecho y feliz verano, Joaquin, con ese cigarro entre los cielos, allá entre las nubes donde caminas mirando la Existencia junto a San Juan Pablo II.
Ismael Martínez Sánchez.