Philippe Ariño, gay y católico: “Que la Iglesia me ame y yo a ella es una bomba”

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Te dejamos la entrevista que le hizo hace unos meses el portal La Información a Philippe Ariño, homosexual francés de origen español, se ha atrevido a salir del armario no una sino dos veces. La primera, para confesar que era homosexual. La segunda, años más tarde y tras haber practicado el estilo de vida gay, para proclamar abiertamente que las relaciones homosexuales no son recomendables para nadie, ni siquiera para las propias personas homosexuales.

Como católico que nunca dejó de serlo, se propuso adecuar su vida a las exigencias que propone su Fe. Y se siente muy feliz. Ha escrito dos libros para comunicar su experiencia, libros que han causado un profundo escozor en colectivos gays. Entre ellos, el Observatorio contra la Homofobia de Barcelona, que ha llegado a exigir que se le prohíba hablar en una charla que Armiño impartió en el arzobispado de la Ciudad Condal.

Sorprendentemente, Philippe se siente más censurado por los propios católicos que por el ‘lobby gay’. Incluso en ámbitos eclesiales, donde la homosexualidad está presente a todos los niveles, se resisten a escuchar frases como estas que desgrana en una conversación con lainformacion.com:
  • “Muchas personas gays han sido violadas por sus parejas y no lo cuentan para no ser tachados de homófobos”
  • “El deseo homosexual es un miedo a la sexualidad”.
  • “No hace falta recurrir a la fe para explicar la castidad en la homosexualidad”
  • «A un homosexual le recomendaría… ¡que siga escuchando a Marta Sánchez!»
  • “En los ambientes gays se vive mucha autocensura”

Aquí esta la entrevista completa del pasado 9 de febrero.

¿Qué te ha parecido la reacción del observatorio contra la homofobia de Barcelona?

No me sorprende. Cada vez que una persona homosexual analiza la homosexualidad desde una perspectiva crítica, suscita ese tipo de reacciones del colectivo LGTBI. Lo que más me sorprende no es la censura de la comunidad homosexual, sino la que hay dentro de la Iglesia católica.

¿Le censuran los católicos? ¿Pero no va a hablar este sábado en el arzobispado de Barcelona?

Me refiero a determinados ambientes católicos, incluyendo parroquias, diócesis, obispos o páginas webs que se califican como tales. Muchos son críticos no de la práctica homosexual, sino de los efectos legales de las uniones homosexuales. Se quedan ahí. Si vas más allá, no quieren ni hablar del tema. No exagero cuando digo que hay censura por los dos lados: por los ‘progres’ y por los tradicionalistas católicos.

¿Cómo te explicas que los colectivos gays, que siempre han sido abanderados de la tolerancia, quieran prohibirte hablar?

Es una reacción de pánico. Entiendo que están expresando su propio sufrimiento. Me parece un error decir: “Los que promocionan la tolerancia son intolerantes”. Eso es un titular fácil. No está ahí el fondo del problema, sino en ese sufrimiento suyo que no se ve, y que muchas personas homosexuales no son capaces de expresar. Atacan a discursos como el mío, en primer lugar, porque sufren. Sobre todo sufren la autocensura que se vive dentro del ambiente homosexual.

Has dicho que la violación es una realidad en muchas relaciones gays, y que alrededor de un centenar de amigos y conocidos tuyos te han confesado haber sido violados. ¿Por qué crees que apenas se habla de esto?

Hay varias razones. Para empezar, porque es muy doloroso hablar de una violación. Pero también muchos callan porque se sienten cómplices de ese sufrimiento. Otros no han sido violados pero están cegados por la ternura del acto homosexual. Temen denunciar su violación por temor a que la gente crea que está dando una imagen negativa de la homosexualidad. Tienen miedo a ser tachados de homófobos.

¿Homófobo un homosexual?

Hay una visión que reduce la homofobia a dar una imagen negativa o desagradable de la homosexualildad, pero no se habla de las violaciones. La misma práctica homosexual también es homofobia, porque rechaza la sexualidad de la que procedemos todos.

Cuando eras pequeño fuiste objeto de acoso escolar por tu condición de gay. ¿Qué harías para explicar a los menores el daño que causa molestar a otro por ser homosexual?

Primero hay que explicar a los niños lo que es la homosexualidad. Cuando banalizamos la homosexualidad contribuimos a que luego los menores, en el patio del colegio, empiecen a usar palabras que desprecian a las personas gays. Hay que explicar a los niños que la homosexualidad es un miedo a la diferencia de sexos, un sufrimiento, y que no se debe usar para despreciar a otros que ven frágiles, débiles o afeminados.

Te declaras feliz sin relaciones sexuales. Pero a muchos eso les parece un sufrimiento y lo ven imposible.

Es cierto. Hasta el mismo Catecismo de la Iglesia Católica aborda la homosexualidad desde una perspectiva un poco pesimista, cuando habla de “unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar”. Pero en la homosexulidad duradera también puede haber una experiencia del don de sí. A través del apostolado, de la amistad y del compromiso político y social también se puede anunciar la Buena Nueva. Puede ser una liberación.

Reconocerás que puede costar entenderlo…

Cuando hablo con mis amigos del mundo homosexual y de todo por lo que hemos pasado, puede parecer un panorama un poco negro, pero también hay cosas agradables e incluso graciosas. Nos reímos mucho. En el mundo homosexual hay mucho humor, mucha creatividad y originalidad. Compartir una vergüenza emocional y existencial o el reconocimiento de sus pecados es una forma de abrir el corazón.

¿Cómo se puede vivir una sexualidad plena sin pareja humana y renunciando al placer sexual?

Porque la sexualidad humana es algo más que la mera genitalidad. Solo tienes que ver la vida de un padre de familia, que no está todo el día fornicando por ahí. La vida está hecha de un montón de actividades que forman parte de la sexualidad. Se equivoca quien reduce la sexualidad o la felicidad al goce y el orgasmo. Hay personas que viven en pareja y están muy mal. Y personas solteras que dan su vida a los demás y se involucran en política, amistades, artes, la Iglesia… eso también forma parte de la sexualidad humana.

¿Qué opinas de quienes pretenden modificar un comportamiento homosexual? ¿Te parece un método efectivo o es una pérdida de tiempo?

Cada caso es único. Conozco a personas que pudieron dominar su miedo a la sexualidad. El deseo homosexual es un miedo a la sexualidad. Unos se apoyaron en la psiquiatría, otros en grupos de acompañamiento, otros en la fe… depende de los casos. Lo que está claro es que Cristo sana a todos. A veces de una manera extraordinaria y otras veces de una manera ordinaria. Se sirve de todo para hacer el bien, incluso de los miedos que permanecerán hasta nuestra muerte.

¿Se puede renunciar a practicar la homosexualidad sin recurrir a la religión?

Cuando hablo de estos temas, yo no presento la perspectiva cristiana enseguida. Si me hablan de Cristo, hablo de Cristo, pero me parece que ya estamos en unos tiempos en donde se puede hablar del sentido del celibato sin recurrir a la fe.

¿Tienes amigos que han tomado la misma opción que tú, que no practican la homosexualidad?Sí.

¿Y lo suelen decir abiertamente?

No.

¿Por qué?

Hay muchas razones. Hay miedo a la represiones que acompañan una “salida del armario”. Corres el riesgo de perder tu trabajo, tu fama, de involucrar a tus familiares. Otros están casados y no quieren escandalizar a nadie. O son curas que viven la continencia y se refugian en el silencio.

Hay miedo al escándalo…

Pero también hay razones positivas. Hay quien comienza a dominar sus tendencias homosexuales y no quieren ser reconocidos como gays cuando ya no están ejerciendo como tales. Tengo amigas lesbianas que, al sentir que su homosexualidad es secundaria, y que quisieran casarse con un hombre más tarde, no ven entonces la ventaja de hacerla pública. Aunque, personalmente, yo sí creo que el testimonio público es muy positivo, porque fortalece.

¿Qué le recomendarías a los católicos para tratar el fenómeno de la homosexualidad en su familia y círculo de amistad y de trabajo?

Que no desprecien los tiempos que les ha tocado vivir ni las palabras que la gente emplea para hablar del amor. En ambientes católicos hay un desprecio de palabras como ‘heterosexualidad’, ‘homosexualidad’ u ‘homofobia’. Se esconden tras un discurso muy espiritualista sobre la homosexualidad, muy bien construido, pero sin usar las palabras más conocidas por la gente.

¿Y por qué ves un problema en que los católicos eviten términos que les resultan incómodos?

Porque eso les aleja de sus allegados homosexuales, y de ahí que ellos no les escuchen. Cuando hablas el mismo idioma, puedes acercarte al corazón y a la inteligencia de las personas. Puedes dialogar con ellas.

¿Qué le recomendarías a un católico homosexual que quiere vivir como tú?

¡Que siga escuchando a Marta Sánchez!, que ame su vida y que tolere y aguante su deseo homosexual. Si forma parte de su persona, no es por casualidad. Cristo nos acoge a cada uno de manera entera. Y se sirve de nuestras heridas para anunciarle. A quien lea esta entrevista le diría que agradezca a Cristo, no el hecho de ser homosexual, sino las muchas cosas buenas que Cristo hará a través de su condición. A través del deseo homosexual, Cristo nos llama a una vida grande.

¿Qué sentido tiene para ti que Dios te haya dado un deseo que no debes llevar a la práctica?

A través de nosotros, personas homosexuales, se anuncia la Buena Nueva de que Cristo llama a todos, incluso a las personas que son rechazadas, a las personas a quienes todos se burlan. Nuestro mundo no quiere que se sepa que las personas homosexuales somos amadas por la Iglesia, y que hay personas homosexuales que aman la Iglesia. Pero es así, y eso es una bomba. Somos la prueba de que Cristo se relaciona con cualquier tipo de personas, incluso con las que no esperábamos.

Fuente: http://www.lainformacion.com/espana/Philippe-Arino-catolico-homosexual-Iglesia-gay_0_997702079.html