Más de 200 legionarios reciben hoy un Sacramento de Iniciación Cristiana.

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Aranda es observador en un equipo de tiradores de precisión de la Legión, donde se alistó en 2009. Llegó al Ejército alejado de Dios y de la Iglesia, de los que se había separado «en la adolescencia porque empecé a buscar la solución a mis problemas en otros sitios», cuenta a Alfa y Omega. De familia católica, el legionario fue bautizado e hizo la Primera Comunión pero abandonó toda práctica religiosa durante dos décadas. Todo cambió hace tres años cuando se confesó. Fue decisivo «el encuentro con mi novia, que es muy practicante». Pero recientemente, en una Misa en la basílica del Pilar de Zaragoza, «caí en la cuenta de que en realidad había vuelto a la Iglesia por mediación de la Virgen», a la que iba a visitar de vez en cuando para rezarle un avemaría. «Entre las dos me trajeron de vuelta», asegura.

Tras recibir el sacramento de la Reconciliación, Aranda sintió «un alivio total» y «empecé a ir a Misa con mucha frecuencia». Ahora acude a la Eucaristía casi a diario y procura llegar «media hora antes para unirme al rosario de la parroquia».

En menos de una semana, recibirá la Confirmación y completará los sacramentos de iniciación cristiana. Esta vez el que le empuja es el Espíritu Santo. «Creía que me acercaba a la Confirmación por mi interés en hacer bien todo lo que hago. “Si vuelvo a la Iglesia, he de confirmarme”, pensaba. Pero después me he dado cuenta de que es el mismo Espíritu Santo, al que voy a recibir, el que me ha guiado hasta aquí», dice.

Aranda recibirá la Confirmación el 7 de junio, a las 19 horas, en una celebración que presidirá el vicario episcopal del Ejército de Tierra, Francisco Bravo, y que tendrá lugar en la plaza de armas del cuartel de la Legión en Almería. En la misma celebración, serán confirmados otros 204 legionarios de la Brigada Rey Alfonso XIII (Brileg) y 14 guardias civiles; habrá 27 Primeras Comuniones y cinco soldados serán bautizados.

De entre los sacramentos de iniciación cristiana que se imparten en la Legión, el menos habitual es el Bautismo. En 2014 se celebraron dos, este miércoles serán cinco los legionarios de la Brileg que entren a formar parte de la Iglesia católica. Uno de ellos, Rubén Moreno Navasquillo, de 23 años, lo hará desde el protestantismo, religión a la que pertenece su familia.

«De pequeño era muy religioso. Siempre iba a la iglesia con mi madre». Pero «un día, yo lo achaco a la adolescencia, tuve una crisis de fe y dejé de interesarme por la religión y por Dios», explica a Alfa y Omega.

Al poco de entrar en la Legión, Navasquillo sintió «la llamada de Dios» y «vi que la mejor manera de responderle era a través del catolicismo», asegura. «El Señor me mandaba pequeñas señales y me pedía que volviera a Él».

El legionario empezó a ir a alguna Misa católica y allí descubrió «a la Virgen como madre, porque los protestantes no tienen mucha vinculación con María».

A pocas horas de su incorporación a la Iglesia, Rubén dice sentir «emoción». El mismo sentimiento lo tiene su madre, que «me apoya al 100 %. Ella lo pasó muy mal con mi crisis de fe y entiende que he descubierto al Señor de nuevo, aunque sea en otra confesión cristiana, y se alegra mucho por ello».

Los legionarios de la Brileg que van a recibir alguno de los sacramentos de iniciación cristiana este miércoles, 236 en total, son el triple de los que los recibieron hace tres años, cuando hubo 69 Confirmaciones, doce Primeras Comuniones y dos Bautizos.

Francisco José Ruiz Martínez, capellán de la Legión desde hace doce años, achaca el incremento a «la implicación del capellán. No solo la mía, sino de todos los que han pasado por aquí –explica–. Con que rasques un poquito su corazón, el militar vuelve enseguida la mirada a Dios», añade.

Pero antes de hurgar en su corazón, el páter tiene que hacer lo que él llama «caza y captura», a lo que se dedica siempre, pero especialmente cuando los soldados van al mesón. «Procuro pasar mucho tiempo con ellos. Paso calor y frío con ellos. Y en esas ocasiones soy muy preguntón: “Y tú, ¿de dónde eres?, ¿has hecho la Primera Comunión?”. Y salta el compañero: “Páter, este no está ni bautizado”. Entonces me hago mi ficha mental y me pregunto: “¿Por qué no ofertarle la salvación a través de los sacramentos que Dios nos ha dado?”. Al principio se extrañan porque, ¿quién le puede ofertar un tesoro de gracia? Pero, después de un tiempo de acompañamiento, les cambia la mirada e impresiona la transformación en su corazón».

Para su trabajo, Ruiz Martínez tiene además un ayudante que nunca falla: «El Cristo de la Buena Muerte», al que los legionarios «quieren, custodian e incluso se tatúan». Basta que el páter se interese por el tatuaje –«¿Y qué es eso que llevas ahí tatuado? ¿Quién es para ti?»– para que «surja una conversación y abran su corazón por completo».

La figura del Cristo de la Buena Muerte el páter la utiliza mucho. La considera un «pilar fundamental» para el capellán de la Legión. Pero siempre que Francisco saca a relucir el Cristo de Mena, empieza hablando primero de amor. «Los diez mandamientos se resumen en “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” –explica–. Yo les digo que su prójimo es España, a la que tenemos obligación de defender incluso con nuestra vida. ¿Y quién es el que dio la vida por sus amigos? Jesucristo: el Cristo de la Buena Muerte. Nuestro prójimo es la entrega a Dios, a la patria, a todos los españoles, incluso los que están en contra de la institución», concluye.

 

Noticia extraída de http://www.alfayomega.es/documentos/anteriores/1028_01-VI-2017.pdf