Los cristianos estamos llamados al amor y a la caridad (Papa Francisco)

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«Sabemos bien que el gran mandamiento que nos dejó el Señor Jesús es aquel de amar: amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente y amar al prójimo como a nosotros mismos». Con estas palabras comenzó la catequesis el Papa Francisco, en el miércoles de la segunda semana de cuaresma, siguiendo sus reflexiones sobre la esperanza de los cristianos.

Basándose en las palabras que el apóstol de los gentiles dirige a los romanos, cuando insta «a amar con sinceridad»  y pone en guardia sobre el riesgo de que la caridad y nuestro amor, sean hipócritas, el Santo Padre destacó de ese mismo pasaje, la alegría de la esperanza con la cual san Pablo anima a los cristianos, que consiste, según Francisco, en el saber que también en nuestros fracasos, el amor de Dios no falta:

«En la Catequesis de hoy, – dijo en español – san Pablo nos recuerda que el secreto para mantenernos alegres en la esperanza es reavivar en nuestros corazones el amor de Dios. Todos somos pecadores, pero el Señor, que es rico en misericordia, abre ante nosotros una vía de libertad y de salvación, que es la posibilidad de vivir el mandamiento del amor, dejándonos guiar por el corazón del Resucitado».

El Papa recordó que los cristianos estamos llamados al amor y a la caridad, «esa es nuestra vocación más sublime», e indicó además que de su justa vivencia depende la alegría de la esperanza cristiana. Pero añadió que el apóstol, «nos recuerda que somos pecadores» y, por lo tanto, que nuestro modo de amar «está marcado por el pecado».

Con esta premisa indicó que «vivir y actuar el mandamiento del amor es un don de la gracia de Dios» y por eso, cuando amamos,»hay que evitar caer en la hipocresía de buscar nuestros propios intereses», y también «en la idea falsa de pensar que si amamos es sólo mérito nuestro». Y agregó que la caridad que explica el apóstol es una gracia que no consiste en hacer ver lo que nosotros somos, sino aquello que el Señor nos dona y que nosotros acogemos libremente:

«La auténtica caridad nace del encuentro personal con el rostro misericordioso de Jesús, y nos lleva al encuentro sincero con los hermanos. Sólo de esta forma podremos mantenernos alegres en la esperanza, pues sabemos que a pesar de nuestras debilidades y fallos, y hasta en los momentos más difíciles, el amor de Dios nunca nos abandona, y nos impulsa a compartir con nuestros hermanos todo lo que cada día recibimos de él».

En los saludos a los peregrinos, tras la catequesis, el Papa reiteró que el amor –  como enseña san Pablo – , «es paciente, es servicial; no es envidioso, no hace alarde, no se envanece. El amor no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad». El amor, recordó, «todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta».

“En este tiempo de cuaresma, – concluyó – los invito a que, alegres en la esperanza, reaviven en sus corazones el amor que han recibido de Dios y lo compartan con todos los hombres con obras de caridad sincera. Que Dios los bendiga”.

Fuente: News.Va