Cuidar nuestros amores en vacaciones

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A continuación te dejo un extracto de un post del blog Optimistas Educando de María José Calvo que nos viene muy bien al comienzo del verano:

Llega el momento esperado durante todo el año… Días para desconectar y descansar. Para disfrutar en familia, y hacer actividades que requieran menos esfuerzo y nos explayen.

Podemos aprovechar para compartir tiempo y cariño con quienes más queremos. Para estar más unidos en pareja y hacer equipo, en esa aventura apasionante de formar una familia. 

La familia es el lugar por excelencia del cariño y de la afectividad. Porque, en familia, intentamos que las personas sean lo más importante, y por tanto, la relación con ellas también. Y surge de su núcleo, que es el amor de los esposos, que se desborda hacia los hijos. Y ese amor se concreta y se plasma en infinidad de cosas y de detalles cotidianos que podemos cuidar más estos días. 

Por ejemplo, en hacer que el otro sea lo más importante para nosotros, porque lo llevamos en el corazón… Y, porque damos prioridad a nuestra relación, a cuidarla y mimarla, a custodiarla. Es lo más valioso que tenemos y lo que nos da su energía para superar todo tipo de dificultades y retos. 
Por otro lado, para amar se precisa una personalidad madura, que sepa enfocarse más en el tú del ser querido, que en el propio yo. Y así, descubrir y fomentar el bien de esa persona.
Construir una relación estable lleva su tiempo y su mimo, pero siempre compensa con creces. La familia es el lugar donde nace cada persona, se siente querida, y puede lograr su mejor personalidad, al amar a los demás. Muy en especial, en pareja.
Para cuidar el amor en pareja es preciso comprender al otro en su forma de ser, de pensar, de hablar, de amar, de educar a los hijos… Tener en cuenta las diferencias entre varón y mujer. Incluso para apoyarnos en ellas a la hora de hacer un esfuerzo, porque formamos equipo, y las podemos transformar en fortalezas.
Por ejemplo, a la mujer le gusta acoger a todos en su corazón, y es más intuitiva y sensible. Al varón le gusta resolver problemas, capta la globalidad de las cosas, y necesita que ella lo admire por sus cualidades. A ella le gusta hablar y expresar sus sentimientos. No siempre para que le solucionen los temas, sino para compartirlo y conectar con él.
Tener en cuenta todo ello facilita la comunicación, base para comprender, conectar y quererse. Y para lograr sinergia, haciendo equipo. Pero, ¿cómo se comunica bien…? Mediante las palabras, las miradas, los gestos…, sin “saber” lo que va a decir, sino escuchando con cariño, mirando a los ojos, y desde el corazón, abriéndolo de par en par. Acogiendo al ser querido para que se pueda dar.
El termómetro de la comunicación es la confianza. Cuando hay confianza es fácil decir las cosas, incluso intuirlas, pero si falla, no se puede conectar bien con la otra persona. Y cuesta contar lo que llevamos en la cabeza y en el corazón…
Para crecer en el amor, hay que luchar por dar lo mejor de cada uno, pensando en el otro. Si no, se vuelve raquítico y empequeñecido, y ¡ya hemos perdido…! Estar siempre dispuestos a dar amor y, a acoger lo que el otro nos brinda. Sin cortar iniciativas…
Preguntarnos con frecuencia dónde tenemos el corazón es importante para ver si vamos por el camino adecuado. Si ponemos al otro en el centro de nuestros afectos, si le dedicamos el tiempo y la atención precisa…, o si nos perdemos en mundos paralelos con tecnologías o trabajos que nos impiden “construir” nuestra relación y nuestra familia… Porque, al fin y al cabo, lo que no se cuida y se ”riega” día a día acaba por secarse…
Y, para cuidar la familia, fruto de ese amor en pareja, es necesario pensar algunos objetivos, y concretar planes de acción para hacerlo real. También dedicar tiempo de tertulias distendidas, hacer ambiente cálido y positivo, donde se tiene en cuenta a los demás, y donde es fácil luchar por dar lo mejor de cada uno. También lograr la participación de todos en las tareas del hogar…
 En esos ratos tan entrañables, podemos contar lo positivo de los demás, escuchar anécdotas, y organizar encargos. Hablar de temas que interesen, comentar libros y películas de una temática concreta…, crear sorpresas y planear excursiones que ilusionen… Es decir, procurar que sea divertido y motivador convivir y trabajar en nuestra familia.
  Algunas claves para aprovechar el verano
1- Ver primero lo positivo de las circunstancias, y de las personas. Destacando lo bueno que hacen, cambiando el “chip” si no estamos habituados a ello, porque es mucho más eficaz. Además crea ambiente positivo y alegre que facilita luchar por lo mejor de cada uno. Valorar el esfuerzo.
2- Organizar bien los encargos para que todos podamos disfrutar y descansar. Intentar simplificarlos, y así tenemos más tiempo para conversar, leer, hacer excursiones y disfrutar juntos. 
3- Participar todos en la marcha de la familia. Es la forma en que los hijos, y en especial los adolescentes, se puedan integrar mejor: haciéndoles partícipes de algunas decisiones, de la responsabilidad que conllevan, valorando sus ideas, agradeciéndolas… y que ayuden a los demás. Exigir sin «quebrar»…
4- Tiempo uno a uno: primero con el esposo/a, y también con los hijos, para que se sientan queridos, escuchados, valorados y comprendidos. Para ello, primero hay que saber escuchar, no solo con los oídos, sino también ¡con el corazón! Que no es sinónimo de interrogar… Es la escucha empática que nos abre las puertas de la comprensión y del cariño.
5- Cultivando la amistad en familia. Es lo que tiende lazos que unen, por donde se intercambian sentimientos, ayuda, empatía y cariño de la mejor textura.
6- Desarrollando habilidades de la inteligencia emocional. Ver cómo se sienten los demás, qué necesitan, qué les preocupa, comprendiendo, ayudando, viendo más allá de sus palabras… Que seamos partícipes de sus alegrías y dificultades, que sepan que siempre pueden confiar y contar con nosotros.
7- Mucha «politesse», y poner el poder del perdón, tanto al darlo como al recibirlo, para sanar heridas…
              En definitiva, para alegrar la vida a todos en la familia con gestos y detalles, y agradeciendo los que tengan con nosotros. 

      Una frase que hace pensar, pronunciada en un congreso con representantes de muchos países…: “Quieres la paz del mundo, pues ve a casa y ¡ama a tu familia!” De la Madre Teresa de Calcuta.

El post íntegro puedes leerlo aquí: Cuidar los amores en vacaciones