Nuestra Madre, María, estaba acostumbrada a escuchar los susurros de Dios, porque nuestro Señor habla bajito. Ella es la Mujer del silencio y de la escucha.
A ella le pedimos que nuestras quejas se conviertan en la oración confiada de un niño.
Nuestra Madre, María, estaba acostumbrada a escuchar los susurros de Dios, porque nuestro Señor habla bajito. Ella es la Mujer del silencio y de la escucha.
A ella le pedimos que nuestras quejas se conviertan en la oración confiada de un niño.