José Luis Martín Vigil: El testamento del autor de «La vida sale al encuentro»

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JOSE LUIS MARTIN VIGIL

Hoy mas que un libro, recomendamos un autor conocido por todos.

Hace poco he leído el testamento del autor Jose Luis Martin Vigil, y no me he podido resistir a compartirlo con vosotros.

Como conoceréis, Jose Luis Martin Vigil tuvo una vida bastante agitada en el terreno espiritual: Ingresó en la orden jesuita en 1948 y se ordenó sacerdote cinco años más tarde, pero en 1958 dejó la Compañía de Jesús y años más tarde también colgó los hábitos de sacerdote.

Su vida espiritual como veis no es muy ejemplar, y tampoco todas sus obras literarias son recomendables. Sin embargo, se dedicó durante muchos años a la docencia y ello le proporcionó un conocimiento extenso del espíritu de los jóvenes, de sus ideales y sus miserias, y gracias a ello escribió algunos libros magníficos como “La vida sale al encuentro”, cuyo comentario hicimos el año pasado y podéis encontrar aquí:

La vida sale al encuentro

Finalmente, os ponemos el testamento de este autor que, a pesar de su vida tormentosa en el terreno espiritual, finaliza la misma humilde, agradecido, sabiéndose pecador, y muy cerca de Dios, confiando en su Misericordia:

Bueno, al fin muero cristiano como empecé. Creo en Dios. Amo a Dios. Espero en Dios. No perseveré en la Compañía de Jesús, pero jamás dejé de amarla y estarle agradecido. No conozco el odio, no necesito perdonar a nadie. Pero sí que me perdonen cuanto se sientan acreedores míos con razón, que serán más de los que están en mi memoria. Amé al prójimo. No tanto como a mí mismo, aunque intenté acercarme muchas veces. No haré un discurso sobre mi paso por la vida. Cuanto hay que saber de mí lo sabe Dios. En cuanto a mis restos, sólo deseo la cremación y consiguiente devolución de las cenizas a la tierra, en la forma más simple, sencilla y menos molesta y onerosa. Pasad pues de flores, esquelas, recordatorios y similares. Todo eso es humo: Sólo deseo oraciones. De este mundo sólo me llevo lo que me traje, mi alma. Consignado todo lo cual, agradecido a todos, deseo causar las mínimas molestias. Dios os lo pague”.