Juan Pablo II y la pena de muerte.

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No hay nada como tirar de hemeroteca para recordar.

El 25 de marzo de 1995 se publicaba la Encíclica de Evangelium Vitae en la que San Juan Pablo II dice en su número 56: En este horizonte se sitúa también el problema de la pena de muerte, respecto a la cual hay, tanto en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición.

Y tres años más tarde, en las navidades de 1998, el Papa San Juan Pablo II decía en su discurso de navidadQue la Navidad refuerce en el mundo el consenso sobre medidas urgentes y adecuadas para detener la producción y el comercio de armas, para defender la vida humana, para desterrar la pena de muerte, para liberar a los niños y adolescentes de toda forma de explotación, para frenar la mano ensangrentada de los responsables de genocidios y crímenes de guerra, para prestar a las cuestiones del medio ambiente, sobre todo tras las recientes catástrofes naturales, la atención indispensable que merecen a fin de salvaguardar la creación y la dignidad del hombre.

Al año siguiente en la Exhortación Apostólica Ecclesia in America escribe: No puedo ignorar el recurso no necesario a la pena de muerte cuando otros medios incruentos bastan para defender y proteger la seguridad de las personas contra el agresor.