“Ser sacerdote es el mejor regalo que me ha hecho el Corazón de Jesús”

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Jesús Enrique Aranda, actual director espiritual del Seminario Menor “San Pelagio”, ha sido el siguiente entrevistado para Iglesia en Córdoba en la sección “Conoce a tu cura”

P: ¿Qué te llevó al sacerdocio?

Jesús E. Aranda: Podría decir, sin miedo a equivocarme, que “desde el vientre materno el Señor me llamaba a ser su sacerdote”. No puedo decir que tuviera un momento clave que me hiciera plantearme mi vocación, era un deseo puesto por el Señor desde siempre. A los cinco años empecé a asistir como monaguillo diariamente en el Convento de Concepcionistas de mi pueblo, Hinojosa del Duque, y a punto de cumplir los 12 años, ingresé en el Seminario Menor y ¡aquí sigo!.

P: Y, ¿cómo conociste a Jesucristo?

Jesús E. Aranda: En la familia, en la catequesis, estando con el Señor, sobre todo en la Santa Misa.

P: ¿Cómo describirías tu vida sacerdotal?

Jesús E. Aranda: Una vida plenamente feliz, plenamente llena, donde se han cumplido con súper abundancia todo lo que me podría imaginar. Una vida, que a pesar de mis miserias, que son muchas, el Señor hace su obra. Él es fiel. Esto es algo asombroso. Ser sacerdote es el mejor regalo que me ha hecho el Corazón de Jesús. Si yo hubiera planificado mi vida, no lo hubiera hecho tan bien como el Señor lo ha hecho conmigo.

P: ¿Cuáles han sido los retos más simbólicos que has enfrentado como sacerdote?

Jesús E. Aranda: Toda la vida del sacerdote es un puro reto. Cada ministerio que he vivido en los distintos destinos han supuesto retos. En mi primera parroquia de Guadalcázar y como vicario parroquial en Posadas, fue verme recién salido del Seminario al frente de unas almas que el Señor me entregaba. Después, en Belmez y en El Hoyo, donde estuve dos años, fue un tiempo muy intenso, por muchas cosas, donde aprendí muchas cosas y disfruté muchísimo. Ahora en el Seminario Menor, es un ministerio muy  diferente pero igual de apasionante y con muchísimos retos cada día. Es mucho lo que ha puesto el Señor en mis manos pero vivo plenamente confiado en que todo es obra suya y yo con no entorpecer mucho ya hago bastante.

P: ¿Qué experiencias como sacerdote te han dejado más impactado?

Jesús E. Aranda: El celebrar cada día la Santa Misa, que Cristo pase cada día por mis manos y sea yo el que reparta los misterios de la salvación.

P: ¿Cuál consideras que es la tarea más difícil para un sacerdote?

Jesús E. Aranda: Para mí, es mi propia conversión. La tarea en la que cada día me levanto y vuelvo a caer, pero confiando en la misericordia de Dios. De mi conversión y santidad dependen el bien y salvación de muchos.

P: ¿Y la más fácil?

Jesús E. Aranda: Dejarse querer por el Señor y por la gente.

P: Al frente del seminario menor, ¿qué anhelos o inquietudes ves que tienen los chicos?

Jesús E. Aranda: Son inquietos por naturaleza. Están llenos de deseos y de inquietudes. Es la edad de eso. De hacerse toda clase de preguntas, de ponerse dudas por delante, de revelarse, de hacerse grandes proyectos, de ilusionarse y a la vez de desilusionarse… Eso sí, tienen un deseo de seguir al Señor y están a la expectativa de lo que Dios quiere para ellos. Le tienen mucho cariño al Seminario. Esto lo vemos en cantidad de detalles, incluso en los seminaristas que se fueron lo vemos. Después visitan la casa guardando un gran cariño.

P: ¿Es importante la relación entre el Seminario y las familias?

Jesús E. Aranda: Es esencial, porque de entre las familias surgen las vocaciones.

Preguntas breves:

Nombre completo: Jesús Enrique Aranda Cano.

Edad: 32 años.

Lugar de nacimiento: Hinojosa del Duque.

Un recuerdo de tu niñez: Monaguillo en las Concepcionistas.

Define tus años en el seminario: Felicísimos.

Tu comida favorita: Toda está buenísima.

Tus aficiones: Pasear, cocinar…

Gustos: La música, la liturgia, la historia del arte.

Tu mejor amigo: Un solo nombre no podría decir.

Tu cura: Don Vicente Molero Tabas, (q.e.p.d.) fue quien me llevó al Seminario.

Un deseo: amar de verdad a todos y siempre.

Rezas por…: Una gran lista… por el Seminario, las vocaciones, los sacerdotes, los religiosos que me están más cercanos, mi familia, amigos…

Fuente: Diócesis de Córdoba

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