Ser cristiano no es ir a Misa

Cambiar el mundo, La voz del Papa

Hoy recordamos uno de los textos más fructíferos de Benedicto XVI, su encíclica Deus caritas est. En uno de sus primeros párrafos tiene una de las frases que resume toda la existencia del cristianismo: «Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.»

Es un párrafo de una gran riqueza, en él encontramos el sentido de nuestras vidas, en esas frases todos los cristianos deberíamos sentirnos identificados; pero no siempre es así. Vemos en la Iglesia gente que nunca se ha encontrado con Cristo, que va a Misa por postureo, por tradición, porque le obligan…, gente que dice creer en Dios pero «a su manera»… En definitiva, gente que no ha tenido ese encuentro con una Persona, tal y como dice nuestro querido Papa emérito, Benedicto XVI.

No podemos concebir el cristianismo como una forma de vida en la que jugamos al bingo con los mandamientos, no podemos decir «yo hoy ya he hecho todo lo que la Iglesia me pide», «yo hoy ya he ido a Misa y rezado el rosario, ya me olvido de este rollo», porque si vivimos así, algo estamos haciendo mal. Recogiendo unas palabras de la encíclica que hoy comentamos: «Es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un « mandamiento », sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro.»

Es decir, nuestras buenas acciones no pueden ser sobrecitos de amor a Dios para que nos dé lo que queremos o necesitamos, no podemos tener con él una relación de chantajes en la que si no me da lo que espero, no amo, me reboto, no voy a Misa, no amo a mi hermano… ¡Sino que es una respuesta al amor de Dios!, esto implica un amor constante, una caridad constante, una respuesta constante para alguien que nos ama de manera constante, pero no por obligación, sino por una respuesta generosa, porque después de haberte encontrado cara a cara con ese Dios que tanto te ama ya solo te queda darle la vida: tus miserias, tus talentos, tu voluntad, tus dudas... ¡Dale todo al Señor!

Hoy rezamos especialmente por tantos que aún no se han encontrado con el Señor y, a veces, dan mal ejemplo y son incoherentes con su fe por esta razón. Le pedimos a Dios que encienda la llama de su amor en cada uno de nosotros y que salga a nuestro encuentro, para que nunca nos olvidemos de que nuestro amor tiene que ser una respuesta a su Amor infinito y no una serie de obligaciones que cumplir.