¿Y si nos vestimos de nazarenos?

Catequesis

No sé qué os viene a la mente cuando pensáis en Semana Santa. Quizá para muchos que es vacaciones; otro las procesiones del pueblo; otros las Misas taaaaan largas… pero es que es esto y ¡mucho más! La Semana Santa es taaan taaaan importante que requiere de 40 días de preparación, ¡imagínate!

¿Realmente llevo preparando la Semana Santa 40 días? O ¿me pilla de sopetón? ¿Mi corazón está listo para acompañar al Señor en lo que Él necesite?

Lo que nos pide el Señor es que le acompañemos, no quiere estar solo, quiere ver y vivir sabiendo que estamos con Él, que no nos perdamos, quiere llevarnos a la salvación con Él, ¡quiere llevarnos al Cielo! ¿Cómo no vamos a querer acompañarle? ¿Qué tipo de locura nos llevaría a no aceptar estar con el mismísimo Cristo? Es por eso que tenemos que vestirnos como nazarenos, cubrirnos como  Él, ser uno como Él.  Podemos caer en que solo se quede en disfrazarse, en asistir a las procesiones y a los oficios, pero esto NO BASTA. Que nuestro mejor “disfraz” esta Semana Santa sea el que no se vea, el interior, vestir de la mejor manera nuestro corazón, prepararnos para lo que está por llegar.

Gracias a Dios, y nunca mejor dicho, la Cuaresma ha sido el momento preciso para llenarse de Dios, modelar nuestro corazón y unirlo más al Suyo. Acompañarle en los momentos previos a su muerte, ¡qué privilegiados! ¿Nos damos cuenta? La Cuaresma es “simplemente” una preparación interior, un dejarse hacer por Cristo. Si se me permite la comparación, es estar en el taller de la modista preparando el traje de nazareno para que quede listo para cuando tenga que salir. Ahora  toca vestirse, ahora es el momento de acompañar al Señor. Es tiempo de que nuestro tesoro escondido, nuestro corazón engalanado de nazareno colme la sed del Señor, que seamos la respuesta al “tengo sed” o al “velad conmigo esta noche”. Cristo nos tiene que encontrar despiertos, dispuestos a unirnos más a Él, a estar dónde Él más nos necesite, y ¿qué mejor manera que vestirnos de nazarenos? ¿cómo me estoy preparando para este trozo de Cielo?

En conclusión, nuestra vida tiene que ser una Semana Santa,  viviendo con el Señor en todas las etapas posibles: en su alegría, en su entrega, en su desolación y sobre todo ¡en su Resurrección!Que se nos note que somos de Dios, que se note que somos cristianos y que la Semana Santa es el centro de todo, el misterio de nuestra vida, la salvación de la humanidad, el amor hasta el extremo.