Cuanto más preparas, más celebras

Catequesis

Cuando hablas con alguien que está preparando una boda te dice ¡Qué estrés! ¡Cuántas cosas hay que preparar! ¡Todo el día de un lado para otro! Al final nos pasamos el día buscando el menú más B (bueno, bonito y barato), el vestido más parecido al que soñábamos cuando éramos pequeñas, los anillos más brillantes, la barra libre más larga, la iglesia donde las fotos queden más bonitas… Lo de fuera está muy bien, pero hoy os queremos hacer ver que es mucho más importante preparar lo de dentro.

Es curioso… Para confirmarse la Iglesia nos pide dos años de catequesis, y para casarse unos cursillos prematrimoniales de fin de semana. Pero, ¡si es una de las decisiones más importantes dé nuestra vida! Es complicado entender que la preparación oficial de un «sí» para siempre se de en unas cuantas horas… pero mucho más complicado es entender que muchos novios se queden en ese cumpli-miento, en ese trámite eclesiástico sin ser demasiado consencientes de lo que tienen entre manos. ¿Cuántos años estudias en el colegio? ¿Y en la universidad? ¿En una academia de inglés? Todo es formación y preparación para el futuro… ¡la boda también lo exige!

Existe otra ventaja a la hora de discernir bien y acompañados, y es que a todos puede cegarnos la ilusión de pasar por el altar, pero pensad que quizás no sea la persona adecuada o quizá no sea aún el mejor momento de firmar el para siempre… ¡Tantos quizás que uno solo muchas veces no puede ver! Es muy importante pedir ayuda a la hora de discernir la vocación matrimonial, hay muchas cosas que tienen arreglo y vuelta atrás (la mentira, la impureza, la desconfianza…), pero hay otras muchas que no lo tienen, y una de ellas es equivocarse de persona o de vocación. ¿Por qué? Porque vas a vivir a medias toda tu vida, vas a ir tirando sin darte al 100% en lo que Dios tenía preparado para ti. Puede que sí, que sea la persona más guapa, más lista, más popular, con más carreras, con más dinero…, pero como no sea la persona que Dios tenga preparada para ti… ¡qué desgracia de decisión!

Como dice el título, os animamos a preparaos muy bien interiormente, porque así luego la celebración no sólo durará unas horas sino toda una vida. Poneos en manos de santos y bien formados sacerdotes que os ayuden en el camino hasta el altar, y que sigan a vuestro lado pasada la ceremonia. Uno no nace sabiendo ser marido, mujer, padre, madre, abuelo ni abuela, y es tan clave todo esto que querer aprenderlo «sobre la marcha» es más que arriesgado. Y, además, no olvidéis que el matrimonio cristiano es cosa de tres: tú, tu pareja y Dios.

Por último, hoy te invitamos a pedir por los novios y por las parejas que ya están preparando su boda, para que sepan qué significa su «sí quiero», su «para siempre», y para que tengan la valentía de cumplirlo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza… ¡Para siempre, para siempre, para siempre…!

 

Con la colaboración de Jesús Llopis