Padre Daniel Pajuelo, marianista sacerdote: “La asignatura de Religión tiene que ser la leche”

Entrevistas, Experiencias

El padre Dani no es un rapero vestido de cura con un canal en YouTube y apasionado por la informática. Es religioso marianista sacerdote y todo lo demás son las aventuras que Dios le va regalando para llevar a más personas la fuerza de su Amor. Está convencido de que las tinieblas que recorrió en su adolescencia fueron el camino que Dios le había marcado para su encuentro y todo cobró sentido en una convivencia vocacional organizada por la Familia Marianista. El padre Dani comenzó el curso pasado un proyecto muy innovador con el videojuevo Minecraft y es uno de los fundadores de iMision, estas son solo algunas de sus aventuras.

“Religioso marianista sacerdote, ingeniero informático, educador, rapero”, se describe a sí mismo. ¿Cómo llega a todo?

Mi vocación da sentido a todo lo demás. En mi congregación estudiamos una carrera civil, porque creemos que es importante aprender los lenguajes del mundo, y luego nos dedicamos a la educación; después, Filosofía y Teología, de cara a la formación de otras personas y aunar fe y razón. A partir de ahí, son los caminos por los que te lleva el Señor. Todo está engarzado.

¿Por qué Smdani?

SM son las siglas con las que firmamos los marianistas, quiere decir: “Sociedad de María”, Societas Marie en francés, que en español traducimos como Compañía de María. Simboliza que no se puede conocerme sin saber de mi congregación.

BUSCANDO LA AMISTAD SE ENCONTRÓ CON DIOS

¿Vivían la fe en su casa?

Desde pequeñito. Mi papá me enseñó a rezar en la cuna, aún me acuerdo de la oración Jesusito de mi vida, pero en mi casa no se practicaba la fe, tampoco se hablaba de la religión y, aunque gran parte de mi infancia y adolescencia la pasé en colegio católicos, no vivía acorde de esa fe que profesaba.  Nunca he tenido duda de la existencia de Dios. Echando la vista atrás, siempre he visto que Dios estaba ahí.

Entonces, ¿cómo se encontró con Dios?

Mi adolescencia hizo sufrir mucho a mis padres y profesores. Me juntaba con gente un poco chunga ―los padres de los otros también lo pensarían de mí― y en realidad me sentía muy vacío por dentro. Recuerdo que con 14 o 15 años vivía una angustia existencial que crecía en mí, incluso tuve algún momento en que no deseaba vivir ―parece mentira que a esa edad se pueda vivir eso, pero es posible―. A los 16 años, después de muchas peleas, peleas físicas ―subraya―, de perder amigos, pensé que tenía que cambiar, pero no sabía cómo. Pasaba todos los fines de semana con la última chica que estuve saliendo, intentaba desconectar de mis amigos. Tampoco estaba centrado, no sabía llevar aquella relación, aunque duró bastante, y lo dejamos. Así empezó la última etapa de mi adolescencia: quería descubrir la amistad.

¿Qué ocurrió?

Al final de los 16 o principios de los 17, un profesor marianista vio algo en mí y me propuso ir a una convivencia vocacional. Me tronché de risa. Me caía muy bien, pero le dije que me gustaban las mujeres. Y se echó a reír. Creía en Dios, pero no estaba de acuerdo con todo lo que decía la Iglesia. Le respondí: “Quiero ser informático, tener hijos… y tampoco que me va a hablar porque me vaya a un sitio fuera a rezar”. Contesté que no y me respetó. Al año siguiente, después de cierta maduración, me lo volvió a proponer y le respondí lo mismo. Pero esa misma semana, mi catequista me dio una carta que una de las cosas que decía era: “Dani, quizá Dios te esté llamando a algo que no te esperas”. Me dije: “Siempre he sido una persona creyente e igual está ahí la mano de Dios: voy a ir”. Y ese fin de semana, el sábado por la noche sobre las nueve, el Señor me tocó el corazón y experimenté que Jesús me amaba de forma brutal y que él siempre me había acompañado en esas oscuridades a lo largo de mi vida. Es muy difícil de explicar lo que sentí. Experimenté que todo tenía sentido. La sensación de vacío desapareció para siempre. Y vi claro que la forma que mi respuesta a tanto amor era con mi vida entera.  

¿No pensó en la renuncia?

No. Pensé: “Si Dios está conmigo, ¿qué puede pasar malo en mi vida?”. Ese mismo día, llamé a mi casa, me eché a llorar. No pude explicarles nada. Solo fui capaz de hablar con este marianista y me dijo que me calmara, que podría ser el impulso de un momento. Así que, durante nueve meses estuve reuniéndome con él para aprender lo básico de la fe católica y todo encajaba. Saqué las mejores notas de mi vida. Había cambiado: estaba muy centrado. Y, a partir de ahí, empezó un camino muy bonito: lo comparo con el enamoramiento de una pareja que comienza en serio. La gente opinaba de todo. He tenido momentos muy duros ―y los habrá―, pero nunca me arrepentiré de haber dado la vida al Señor.

MINECRAFT EN LA CLASE DE RELIGIÓN

¿Cómo se le ocurrió la idea de integrar Minecraft en sus clases?

Minecraft surgió porque había oído hablar de él a mis alumnos. Me gustan los videojuegos, pero me lo descargué y no le veía el atractivo. Y hace un par de veranos lo descubrí por mi sobrino: todo su mundo imaginativo se podía plasmar en el videojuego.

De esta forma, decidí plasmarlo en Religión ―ya que era la materia que tenía que dar―, y pensé que esto podría darle un impulso a la asignatura tan manida y desprestigiada en España. Salió super bien y a los tres meses el Microsoft nos pidió que si el CEO mundial de Minecraft podía venir a nuestro colegio a verlo. Ahí solo podía ver la mano del Señor ayudándonos a impulsar esto. Increíble.

Parece que apasiona la educación.

Nunca pensé en ser profesor. Ahora me considero un privilegiado. Siempre he creído que mi misión como educador tiene que ser que mis alumnos puedan echar la mirada atrás y decir que alguien les quiso como ellos eran, que los amó como Jesús.

¿Qué aporta Minecraft a la clase de religión?

Empecé con un proyecto sencillo: la construcción de una iglesia, a raíz del cual entregaron un proyecto más grande. A partir de esto, los chicos aprenden qué es una iglesia, para qué sirve, qué elementos la componen, qué significan y dónde se ubican. A los de primero de la ESO se lo puedes explicar en dos días, con este método necesitas ocho sesiones. Se trabajan los contenidos de la asignatura, la competencia digital, trabajo colaborativo ―el ambiente de la clase cambia de forma radical― y la comunicativa al realizar el vídeo. Aunque creo que lo más importante es la visión del alumno hacia el profesor, cuando bajas a su terreno, mejora su escucha contigo. Si les hablas de la sacristía, les parece que les hablas de extraterrestres.

¿Para qué sirve esta materia hoy?

Para mí es una forma de dar a conocer a Dios, no de forma explícita porque el marco de la educación en España no es una catequesis, pero en una sociedad que está tan descristianizada, que esta ya no solo es por pérdida de fe, sino por referencias de símbolos. La asignatura de Religión tiene que ser la leche, en nuestros colegios ponemos a los mejores profesores de religión. Hoy es fundamental amueblar la cabeza. Vivimos en un mundo inmersos en la religión, por mucho que vivamos en países secularizados, para entender los conflictos de hoy es necesario conocer las religiones. No hay otra asignatura en la que vayan a hablar de ello.

EVANGELIZACIÓN EN LAS REDES

¿Qué contrariedades ha tenido en su evangelización en la redes sociales?

No guardo rencor de nadie, muchas veces estas incomprensiones se dan por contextos religiosos y culturales distintos. Jesús nos dijo: “Id al mundo entero anunciando al mundo entero y bautizando en nombre del Espíritu Santo”. El Concilio Vaticano II que no podíamos quedarnos diciéndonos a nosotros mismos, que hay que mirar al mundo con los ojos de Dios. No podemos estar en una postura solo de crítica. Y luego llegaron san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, quienes en su magisterio hablan de manera directa de Internet como un continente y un lugar donde se dan las relaciones interpersonales. Y, si no queda claro, Benedicto XVI se abre una cuenta en Twitter. Nos está diciendo: “Hay que estar aquí, que Dios está visible y accesible”.

¿Tiene alguna historia que haya movido corazones por las Internet?

Muchas. Algunas pequeñitas, pero intensas. Un chico me contó que se había intentado quitar la vida, pero el tema Para qué quiero más vivir, que va sobre un adolescente que se intenta suicidar, le hizo conectar, escuchar el disco entero y recuperar la esperanza. Con la música he tenido mucho feedback.

¿Qué es lo más apasionante de haberle entregado la vida a Dios?

Saber que me el Señor te llama y te quiere a su lado, a pesar de mi pobreza y de mi debilidad. Cuando vives así, no tienes miedo de nada, ni siquiera de ti mismo, que es el más paralizante.